Cartas de Amor a Nicaragua – Cartas para mi

Cartas de Amor a Nicaragua

Cartas de Amor a Nicaragua – Fabio Gadea Mantilla

Querida Nicaragua: Primero te doy las gracias, igualmente a todos aquellos que han llenado mi WhatsApp de mensajes preciosos, instándome a escribir más temas sobre la Nicaragua desconocida, sobre los rincones pletóricos de belleza y de paz en algunas temporadas, y en otras, espantosamente ausentes de esa paz que hace grandes y bellos a nuestros pueblos. En efecto, nuestra historia ha sido ingrata con nosotros, o por mejor decir nosotros hemos sido ingratos con ella pues no hemos sabido vencer nuestros egoísmos y ambiciones para lograr una paz verdadera.

Yo recuerdo mis tiempos de adolescente cuando alguna vez me detuve en el rio de Achuapa, a unos. quince kilómetros de la que debió llamarse Ciudad Segovia, o Los Pinares, o como se le conoció en tiempos inmemoriales con el nombre de Ocotalí. Me sentaba sobre una de aquellas enormes piedras que adornaban las orillas del río, tan solo para escuchar el canto melodioso y encantador del murmullo de la corriente. Permanecía hasta media hora escuchando además el canto de los chichiltotes, cenzontles, y los cienes de diferentes rumores sobre las piedras grandes o pequeñas de aquel río de ensueño.

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Unos cuantos años antes los balazos no dejaban oír el rumor del rio, ni el canto de los pájaros. La guerrilla de Sandino y las tropas yankees mantenían temerosa a la población. Eran tiempos de guerra y no se podía transitar por aquellos caminos millonarios en ríos cristalinos, colinas verdes, llanos que se perdían en el horizonte y el olor a los millares de pinos, el embrujo del aroma purísimo de los pinares en todos los caminos.

Hoy estamos viviendo también tiempos de guerra, una guerra sorda de puros egoísmos e incomprensiones. No hay armas, no hay guerrillas en las montañas, pero sigue habiendo persecución, tortura, cárcel y muerte, todo agravado con la pandemia del Covid 19.

Tenemos un pueblo en lucha pero desunido. Si todos pensamos lo mismo y buscamos el mismo fin hay una Coalición Nacional que puede recibirnos a todos y formar una unidad total invencible. El mundo internacional vería que estamos unidos y el gobierno dictatorial sabrá que es imposible ganarle a un pueblo entero unido y dispuesto a no permitir trampas ni más fraudes electorales.

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Parece una utopía pero es una realidad. Lo probamos en 1856 con el Pacto Providencial que unió a los dos partidos irreconciliables y ganamos la guerra y luego disfrutamos treinta años de paz. Lo probamos en el 89 cuando nos pusimos de acuerdo una cantidad enorme de partidos de diferentes corrientes y le ganamos la elección a un Daniel Ortega ensoberbecido por el poder. Ganó el pueblo, ganó doña Violeta, ganó el recuerdo heroico de Pedro Joaquín Chamorro.

Apreciados amigos que me escriben: les contesto con sinceridad lo que pienso; a mis años sé lo que es la guerra, el horror que significa la anarquía de la guerra y el dolor cuando nuestros seres queridos mueren en combate. También sé lo que es la paz, por muy precaria que sea siempre es y será una bendición, el resultado de llegar a acuerdos, de comprender que los otros que luchan por ser libres

también tienen algo de razón, de acabar con perniciosos egoísmos que hacen tanto daño. Si ustedes quieren disfrutar de las bellezas que tenemos, de las pinceladas multicolores que Dios nos ha regalado, trabajen por la unidad, sepan comprender a sus compañeros de lucha por la libertad y la democracia, únanse, brillen, secúndense, como dice nuestro Rubén, y formen un solo haz de energía ecuménica. Así todos lograremos la ansiada paz que necesitamos

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