La semana pasada prometimos que en las subsiguientes cápsulas informativas sobre libertades públicas íbamos a estar desarrollando el pensamiento vivo y el legado histórico de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Hoy vamos comentar una sinopsis de prestigiosa vida periodística.
Han pasado 42 años de su magnicidio, y la vigencia de su ideario periodístico sostenido durante más de tres décadas de una práctica política valiente y honesto, entrelazados con una fecunda labor periodística que inició en 1948 al incorporarse al diario La Prensa.
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Entonces proclamó en un editorial titulado: “Al servicio de la verdad y la justicia”.
“Censuras, suspensiones, cierres, posiciones y destierros han servido sólo para superar las etapas críticas reanudando con ánimo inquebrantable el trabajo diario y la labor perentoria de crear día a día durante todas las semanas de los meses del calendario un órgano que represente exactamente y en vivo el carácter de nuestro pueblo, de acuerdo con el pensamiento, la realidad y la esperanza del pueblo nicaragüense.”
“La Prensa de Nicaragua es el papel moneda de la verdad y la voz justiciera del pueblo al cual servimos”. La Prensa, 1948.
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En 1954, al celebrar los primeros veintiocho años de La Prensa, advirtió premonitoriamente.
“Los hombres pasan y se terminan; las ideas se eternizan en la conciencia de las generaciones. Se puede a veces maniatar y hasta privar de la vida a quienes hacen los periódicos; pero siempre que esto sucede surgen otros hombres nuevos que ligados a la idea primitiva van haciendo una gigantesca cadena de pensamientos que al fin termina por ahogar toda actitud que no está fundada en la libertad, en el bien de la república, y en los imperativos categóricos de la moral, los cuales pueden ciertamente oscurecerse por mucho tiempo, pero no eternamente. Pero la justicia, la verdad y la narración verídica de lo que ocurrió en nuestra época, seguirá martillando las conciencias de los ciudadanos de entonces, desde el mismo lugar, y con la misma fuerza”.
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