Cartas de amor: Mejor un mal arreglo que un buen pleito

Bandera Nacional
  • Por Fabio Gadea Mantilla

Querida Nicaragua: Decía mi abuelita Romelia y lo repetía cada vez que en su comunidad surgía algún problema entre vecinos: “Vale más un mal arreglo que un buen pleito”.

La señora era viuda y vivió en aquellos tiempos de imparables pleitos entre liberales y conservadores. Entre aquellas revueltas que no daban lugar a la paz la abuelita vivía y manejaba su pequeña finca ganadera en el departamento de Estelí. Tenía tres hijos, el mayor le ayudaba a manejar la finca, el segundo tenía metido el gusanillo guerrillero y andaba con las tropas liberales peleando contra el gobierno conservador. El tercer hijo apenas tenía unos 13 años y ayudaba un poco en las labores de la hacienda que poco a poco venía de mengua, pues frecuentemente llegaban tropas de uno u otro partido a las que había que alimentar, sacrificando siempre una o dos reses. Al poco tiempo la finca era una ruina y la señora tuvo que mal venderla.

La familia volvió a su pueblo, Ciudad Segovia (Ocotal), en tiempos de pobreza generalizada. Eran los años 15 o 20 del siglo pasado. En su casita detrás de la parroquia se reunía con algunas de sus amigas y comentaban los eternos pleitos entre los dos partidos. Que se arreglen, decía doña Romelia, que se turnen en el gobierno pero que por favor dejen ya de tanto muerto y tanta miseria, que hagan un arreglo para que termine la guerra. Es mejor un mal arreglo que un buen pleito como el que actualmente vivimos. Y como eran pláticas de mujeres los políticos no hacían caso, su meta era apoderarse del gobierno.

Es increíble que hayamos pasado todo el siglo anterior en revueltas inútiles sin preocuparnos por respetar las constituciones que los mismos políticos redactaron. Nunca pudimos construir instituciones respetables que nos hicieran olvidarnos de los rifles y promover el trabajo en nuestros campos y la educación, creando escuelas para la juventud. Y entramos al siglo actual y no solo no construimos institucionalidad, sino que destruimos, o dejamos que el orteguismo destruyera nuestras instituciones para poder gobernar él solo, sin candados ni frenos constitucionales. Ni siquiera acepta dialogar con la oposición y prefiere seguir produciendo anarquía y muertes todos los días. Debieran reflexionar y darse cuenta de que esta situación no puede durar por siempre y que sería mejor para ellos seguir el consejo de la abuelita: “Vale más un mal arreglo que un buen pleito”.

Por supuesto que estos arreglos se pueden hacer entre ciudadanos que tengan verdadero interés en construir una patria nueva, libre, soberana, independiente. Son arreglos para construir democracias y en ellas el poder se entrega cada cierto tiempo al respectivo sucesor.

El autor es empresario radial. Fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

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