Cuando la fe se pone a prueba

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Cuentan que un hombre que amaba las montañas, se estuvo preparando toda la vida para subir a la cima de la montaña más alta del país. Cuando sintió que ya estaba listo, comenzó la expedición, pero quiso hacerla solo. Comenzó a subir y a subir y el cielo se oscureció. Pero él deseaba llegar a la cima y siguió subiendo, sin descansar ni preparar ningún campamento base.

El sol se ocultó y el cielo se oscureció. No se veían ni las estrellas, porque el cielo estaba cubierto de nubes. Así que, en un momento dado, se resbaló y cayó por un precipicio.

El hombre cayó a gran velocidad y pensó que moriría. Por su mente comenzaron a pasar docenas de imágenes de todo lo que había vivido hasta el momento. Pero justo cuando ya llevaba un buen tramo cayendo en el vacío, un fuerte golpe lo frenó en seco. Como montañista experimentado, había asegurado su ascenso con una cuerda y ahora esta cuerda lo sostenía en el aire.

Con un pequeño hilo de voz, y las manos congeladas por el frío, gritó: – ¡Dios mío, ayúdame! El hombre estaba rodeado por una intensa oscuridad y no podía ver lo que tenía alrededor. Para su gran sorpresa, una profunda voz le respondió:

– ¿De verdad crees en Mí? ¿Piensas que puedo ayudarte?

– ¿Eres Dios? ¡Sí, sí, claro que creo en ti! ¡Ayúdame! ¡Confío en Ti!

– Entonces, si confías en mí, corta la cuerda que te sostiene.

– ¿Cómo? ¿Cortar la cuerda…? El hombre se quedó petrificado, en silencio, sin saber qué hacer…. Dudando porque no podía saber a cuánta altura estaría. El miedo lo paralizaba mientras el frío lo congelaba. 

Al día siguiente, con los primeros rayos del sol, unos montañistas descubrieron el cuerpo sin vida de aquel hombre, con las manos congeladas y aferradas con fuerza a una cuerda que lo sostenía… Esa cuerda estaba a menos de un metro del suelo.

Es muy fácil decir que uno cree en algo. Pero cuando se nos pone a prueba ya es diferente. La fe, como el amor o la amistad, se demuestra en los momentos más complicados, en esos momentos en los que se nos exige algo más que simples palabras. Cuando la fe no es verdadera se impone el miedo. ¿Cuántas veces perdemos algo por culpa de nuestros miedos?

Esta historieta habla de una cuerda que parece mantenernos con vida y sin embargo esa cuerda a la que nos aferramos, realmente nos mata. Una cuerda que en realidad no nos sostiene, sino que nos ata, que nos impide vivir. Todos llevamos una cuerda a la que nos aferramos en numerosas ocasiones. Algunos más que otros. Ese miedo a soltar lo que tenemos es porque en eso ponemos toda nuestra confianza, nuestra vida entera.

No sé cuál será tu cuerda: ¿El dinero, tus bienes, tu empleo, alguien a quien admiras o respetas…? Solo tú lo sabes. No son cosas malas de por sí, pero si eso se convierte en una atadura no es bueno. Si eso se convierte en “tu dios” para tu vida, no está bien. Pregúntate a ti mismo: ¿Cuál es mi cuerda? ¿Cuánto confío en esa cuerda? ¿Confío más en mi cuerda o en Dios? ¿Cuánto confío de verdad en Dios?

Publicado por Adolfo Miranda Sáenz

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