Con el reciente suceso del asesinato a dos menores en la comunidad Lisawe, en Mulukukú, se evidenció que la policía no respalda las denuncias que se interponen por parte de los habitantes de esta comunidad. Según María Teresa Blandón, integrante del Movimiento Feminista La Corriente, el Estado siempre ha ignorado las Zonas rurales de Nicaragua.
“Históricamente, vamos a decir que, desde los tiempos de la colonia hasta nuestros días, la población campesina, las zonas campesinas, han sido abandonadas por el Estado.
El Estado ha tenido presencia sobre todo en las ciudades, por eso es que es un estado muy fragmentado que no logra integrar la idea de nación.” expresa.
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María expresa que esta situación de desatención se agudiza en las mujeres del campo, que tienen aún menos oportunidades que las citadinas. Sin embargo, estas situaciones se también se debe tomar en cuenta la deficiencia en otros sectores sociales.
“Los servicios de salud son muy precarios, la educación es de muy mala calidad. Las mujeres deben realizar su trabajo en condiciones muy difíciles.” señala.
Evidencia de “desprecio” y retórica gubernamental
Blandón pone como ejemplo el caso de Carmen Rodríguez, mamá de las niñas asesinadas, quien vive en extrema pobreza. Y afirma que es aquí donde se evidencia la verdadera cara del régimen Orteguista.
“La mamá de estás dos niñas que fueron asesinadas, vive en unas condiciones de extrema pobreza. Seguramente no cuenta con apoyo ni para sobrevivir ella, ni para poder atender las necesidades de sus dos niñitas ahora asesinadas.
Eso también evidencia la retórica del régimen Ortega-Murillo que habló de ser un Gobierno cristiano, socialista, solidario. Que supuestamente iba a resolver esas enormes brechas de desigualdad.” detalla.
Asimismo, Blandón señala que esta situación resalta “el desprecio” que la Policía tiene, no sólo por las mujeres de las Zonas rurales de Nicaragua, sino por las mujeres pobres.
“Las mujeres indígenas de la Costa Caribe, las mujeres rurales en general, pero también las mujeres pobres que viven en los barrios de las ciudades del país, son las menos oídas, son las más irrespetadas, son las más humilladas cuando llegan a la policía y a otras instituciones del Estado a demandar que se les escuche en ejercicio de su derecho.” explica.
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