Las manifestaciones prodemocráticas en Hong Kong, que este lunes cumplen 100 días, sumieron a la ex colonia británica en su peor crisis política desde su devolución al gigante asiático en 1997, estallada por un proyecto que abría el camino a las extradiciones a la China continental.
Más de un millón de personas protestaron el 9 de junio ante el temor de un mayor control de Beijing sobre la ciudad, que tiene autonomía y libertades gracias al principio “Un país, dos sistemas”, vigente hasta 2047.
Las siguientes manifestaciones acarrearon una violencia sin precedentes, mientras crecía la represión. La suspensión del proyecto, anunciada el 15 de junio, no frenó los reclamos: un día después, dos millones de personas exigieron su renuncia, casi un tercio de la población local.
El 1 de julio, en el 22º aniversario de la retrocesión del territorio, varios manifestantes causaron destrozos en el parlamento local.
En tanto, mientras recrudecían los enfrentamientos con la policía y con facciones violentas de enmascarados, las amenazas del gobierno chino se hacían más concretas. “Quien juega con fuego, muere quemado”, advertía el gobierno de Xi Jinping, que comenzaba a desplegar tropas y vehículos antimotines en la región. La presión internacional busca evitar escenarios similares a los de la Plaza de Tiananmen, un panorama también temido por China, ya que en 1989 le valió fuertes represalias diplomáticas y económicas.
A fines de agosto, tras nuevas protestas que involucraron al aeropuerto local y sembraron el caos en el tráfico aéreo, la policía comenzó a usar cañones de agua y disparos de advertencia contra los manifestantes, en una nueva escalada de violencia.
Luego de casi tres meses de presión, la jefa del gobierno local, Carrie Lam, anunció la retirada definitiva del proyecto de ley, pero ya era tarde: los activistas reclaman ahora nuevas medidas democráticas, por lo que no ha cesado la actividad en las calles. Principalmente, reclaman un sufragio universal, la libre participación (los candidatos suelen ser elegidos por China) y la amnistía de las alrededor de 1.100 personas detenidas.
En las últimas semanas, los manifestantes han centrado sus esfuerzos en reunir más apoyo internacional, con concentraciones en el consulado de EEUU y del Reino Unido, gobiernos llamados a presionar a Beijing.
Miles de personas han desafiado a las autoridades al salir a protestar pese a que las marchas no han recibido la autorización oficial.
Según un reciente sondeo de la Universidad de Hong Kong, el porcentaje de ciudadanos de la ex colonia británica que se declaran orgullosos de ser ciudadanos chinos está en su mínimo histórico, un 27%. Y cuando se observa el grupo de entre 18 y 29 años, la proporción cae al 10%. En las reducidas manifestaciones registradas en Hong Kong a favor de Beijing, los asistentes eran de mayor edad.
En tanto, el turismo se ha visto severamente afectado. Hong Kong registró en agosto un retroceso de 40% del número de visitantes, respecto a agosto de 2018, dijo el secretario hongkonés de las Finanzas, Paul Chan. La tasa de ocupación de los hoteles se redujo a la mitad, lo que ha tenido innumerables repercusiones en los pequeños comercios y la restauración.
AFP/ Infobae
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