Comentario Al Punto: Élites y pueblo

Enrique Saenz

Hace unos días, tuve oportunidad de asistir a un conversatorio, que estuvo a cargo de un prominente historiador centroamericano, profundo estudioso y profundo conocedor de la historia de Nicaragua. Al historiador le pidieron los organizadores del encuentro que compartiera sus reflexiones sobre los factores que determinaban los ciclos de violencia en Nicaragua y qué podíamos aprender de la historia sobre las posibles salidas a la crisis del presente.

La exposición fue desafiante, aleccionadora y debo confesar que me dejó sembradas inquietudes sobre nuestro presente y sobre nuestro futuro. Vamos a cumplir con el deber de compartir con ustedes lo principal de esa exposición para que nos ayudemos todos a encontrar la ruta que nos saque del atolladero en que estamos.

El primer rasgo que se resaltó fue el papel de las élites en nuestra historia. Si bien las élites de los otros países centroamericanos no son ejemplares, en el caso de Nicaragua, de manera más marcada, los grupos dominantes no se han preocupado por construir un Estado sólido, ni por construir institucionalidad democrática. “Como que no les ha importado contribuir a la construcción de una nación, de un nosotros”, aseveró el expositor. Su valor primordial ha sido la acumulación. Acumular riquezas, no importa quién y cómo mande. No importa si es Somoza, Ortega o Alemán, con tal que se les permita acumular riquezas.

El segundo rasgo relevante de nuestra historia es el comportamiento de los sectores populares. Según el historiador, el pueblo nicaragüense es el más levantisco, el más rebelde de Centroamérica. Pero, en la contracara, es el que exhibe más tendencia al clientelismo. Así, en un péndulo dramático ha pasado de la rebelión a la sumisión. El rebelde rápidamente cae en las redes del clientelismo político. La ciudadanía, en tanto que productora de sujetos con derechos y obligaciones, ha quedado arrinconada.

El tercer factor ha sido el papel perturbador que a lo largo de la historia nicaragüense ha desempeñado Estados Unidos.

Por supuesto, no son todos los factores, pero sí, los más resaltantes. El resultado es que, a solo dos años de cumplir dos siglos de haberse proclamado como una república independiente de España, Nicaragua todavía está en la búsqueda de construir una república. Una y otra vez hemos destruido lo que hemos construido.
En este punto, el historiador nos lanzó una provocación y nos preguntó ¿Es posible construir una democracia en Nicaragua y romper la cadena de ciclos de violencia y dictaduras?

Él se adelantó a responder positivamente. Sin embargo, agregó que para aprovechar la oportunidad es preciso afrontar y superar un conjunto de desafíos, y señaló los siguientes:

Primero. Mantener la vía cívica como forma de lucha. La vía armada no haría más que retroceder el carro de la historia y alimentar un nuevo ciclo de violencia.

Segundo. El desafío de las élites. Los sectores tradicionalmente dominantes en la sociedad deben comprometerse con el país y con la construcción de instituciones democráticas. El valor supremo no puede ser, una vez más, la acumulación de capital y el todo vale ¿Es posible que las élites cambien su horizonte Miami Nice y asuman los horizontes de Nicaragua?

El tercer desafío es que los nicaragüenses asumamos el compromiso de construir y afianzar ciudadanía, lo que supone defender derechos y asumir obligaciones, individuales y colectivas.

El gran desafío que resume los anteriores es arribar a un acuerdo político que comprometa tanto a las élites como a los sectores populares en la refundación de un Estado, en la construcción de instituciones democráticas duraderas.

El cuarto desafío es trabajar por reducir las desigualdades. Exige un contrato social de largo plazo, porque no es posible construir democracia sólida, ni ciudadanos comprometidos, si persisten las grandes brechas sociales y las brechas territoriales.

En quinto lugar, cómo lograr una relación con Estados Unidos. Estados Unidos es un imperio y nosotros estamos dentro de la órbita imperial. Es un desafío, pero es posible, construir una relación digna.

El expositor cerró con un enfoque esperanzador, afirmando que, por primera vez en nuestra historia, sin distingos de condición social, los nicaragüenses salieron a la calle no detrás de un caudillo, no detrás de una bandera partidaria. Sin héroes que aclamar, los nicaragüenses salieron a luchar por la libertad y la justicia, pacíficamente, enarbolando la bandera azul y blanco. Y detrás de ese símbolo subyace el potencial y la aspiración de edificar, por fin, después de doscientos años, una nación.

A mi parecer, a la exposición le faltó un aspecto fundamental: la estructura económica. Pero lo expuesto es suficiente materia para meditar sobre nuestro futuro.

Reconozco que ante planteamientos como el anterior, algunos piensen que debemos concentrarnos en la mesa de negociación o en cómo salir de Ortega. En nuestra opinión, estamos obligados a hacer las dos cosas, reflexionar y actuar sobre el presente. Pero también reflexionar sobre el país queremos construir una vez que salgamos del régimen de Ortega. No vaya a ser que si nos descuidamos, salgamos de Ortega para caer, a la vuelta de la esquina, de nuevo en el mismo calvario.

El autor es comentarista político de Radio Corporación

1 comentario en Comentario Al Punto: Élites y pueblo

  1. “Este articula da en el 5” es perfecto porque realmente así es nuestra situación como nicaragüenses. Y tiene que cambiar o Nicaragua nunca sera una Republican verdadera.
    “A mi parecer, a la exposición le faltó un aspecto fundamental: la estructura económica” lo económico es el resultado de la anterior; si el nicaragüense no cambia; la economía no funcionara, no se moverá a ser una economía auto-suficiente.
    Sr. Saenz, muchas gracias por compartir. Ahora hay que buscar como cambiar.

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