Al Punto: ¿Qué significó el “vamos con todo?

*Enrique Saenz – Comentarista político

Una de las informaciones de mayor impacto en la presente semana es el testimonio que rindió Ligia Gómez, ante la Comisión de Derechos Humanos del Congreso norteamericano, así como la entrevista que concedió al programa Esta Semana, conducido por Carlos Fernando Chamorro.

Ligia Gómez se desempeñaba como gerente de investigaciones económicas del Banco Central y, a la vez, como secretaria política del Frente Sandinista en esa institución.

Lo que dijo confirma informaciones o presunciones que ya se tenían. Aquí la novedad es que no se trata de fuentes anónimas o de rumores, sino de una persona con nombre y apellido, quien, de primera mano, de primera vista y de primera voz, revela cómo el régimen abusa de las instituciones públicas y de los trabajadores y funcionarios del Estado, utilizándolos como peones en sus afanes de perpetuarse en el poder.

La ex secretaria política del Frente Sandinista en el Banco Central cuenta que al estallar la crisis de abril, los representantes partidarios de todas las instituciones del Estado fueron reunidos en el auditorio del parque Japón. Allí les dieron instrucciones para movilizar a rotonderos, turbas y trabajadores del Estado.

Una frase resume lo siniestro de las instrucciones: Vamos con todo. ¿Qué significó ese Vamos con todo?

Un párrafo del informe presentado en agosto por la Oficina del Alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos describe qué significo ese vamos con todo. Vamos a leerlo: “Las violaciones de derechos humanos documentadas…incluyen el uso desproporcionado de la fuerza por parte la policía, que a veces se tradujo en ejecuciones extrajudiciales; desapariciones forzadas; obstrucción del acceso a la atención médica; detenciones arbitrarias o ilegales con carácter generalizado; frecuentes malos tratos y casos de torturas y violencia sexual en los centros de detención; violaciones a las libertades de reunión pacífica y expresión, así como la criminalización de los líderes sociales, personas defensoras de los derechos humanos, periodistas y manifestantes considerados críticos con el Gobierno.”

Hasta la fecha, el vamos con todo ha significado más de 325 muertes, más de 2000 heridos, más de seiscientos encarcelados, miles de refugiados en otros países para resguardar su vida o su libertad.

De las declaraciones de Ligia Gómez también se desprende la mescolanza entre la familia gobernante, el Frente Sandinista y el aparato del Estado. Las instrucciones se dirigen tanto a los hijos de la pareja gobernante, que no son ni funcionarios públicos ni dirigentes partidarios, como a los jerarcas de las instituciones estatales y a los representantes del partido en esas instituciones.

Igual ocurre con los recursos. Recursos públicos, vehículos, conductores, alimentos, buses y todavía un estipendio para cada uno de los participantes en las movilizaciones. En el caso del Banco Central cada movilización era remunerada con 400 córdobas, por cabeza, incluidos en una partida presupuestaria llamada proyección social. Proyección social llaman a salir a garrotear cristianos.

Hay dos casos de funcionarios públicos que deben destacarse. El primero es el del vicepresidente del Consejo Supremo Electoral. Ahora que el régimen se prepara para montar un nuevo circo electoral en las regiones autónomas del Caribe, resulta que el funcionario que debería garantizar la limpieza del voto popular, estaba entre los cabecillas que comandaban la operación represiva.

¿Alguien puede creer que guardará imparcialidad en las elecciones regionales?

El otro caso es el del presidente del Banco Central. Una institución que debería caracterizarse por su competencia técnica, su profesionalismo y su independencia política. Durante el somocismo se forjó como una institución de alta calidad técnica y profesional. Todavía se recuerda el prestigio y capacidades del Ché Láinez, por ejemplo.  Y aún, cuando Ortega asumió el poder por segunda ocasión, se designó como presidente del Banco a un funcionario a quien se le reconoció un desempeño meritorio de su cargo. Ahora tenemos como jerarca de la institución más importante del país en materia económica, a un capataz político que se da el lujo de expresar frases como la siguiente: “que cada quien agarre a sus muertos y se continúa adelante viviendo normalmente, todos los gobiernos hacen lo mismo, pero solo este país es criticado”.

Ese es el funcionario a cargo de generar confianza en la gestión económica tanto en los nicaragüenses como en inversionistas nacionales y extranjeros.

Dos reflexiones finales. Primero, que no podemos tildar a todos los trabajadores del Estado de orteguistas o de cómplices del régimen. Seguramente hay miles de maestros, trabajadores de la salud y de otras dependencias del Estado cuya voluntad es avasallada por el régimen.

Naturalmente, tampoco corresponde generalizar. Porque hay grupos de orteguistas fanatizados, llenos de odio, que disfrutan agrediendo a ciudadanos indefensos. O que disfrutan denunciando o acosando a sus vecinos.

Finalmente, también corresponde reconocer la actitud de esta mujer nicaragüense, Ligia Gómez, madre de dos hijas, que resolvió su dilema moral sacrificando su empleo y bienestar y optando por la dignidad y la libertad.

Esperemos que otros sigan su ejemplo.

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