El terrible tránsito de Managua

Adolfo Miranda Sáenz

Es terrible transitar por Managua en vehículos a cualquier hora, sobre todo a las “horas pico”. Conozco los proyectos que se han hecho, se hacen o se planifican para ampliar vías existentes, hacer pasos a desnivel y abrir nuevas rutas como las de Veracruz a Sábana Grande o de Ticuantepe a la Suburbana. Pero Managua crece aceleradamente y el número de vehículos va en tal aumento que sobrepasa los planes para facilitar la circulación vehicular.

Por otra parte, la gran mayoría de habitantes de la ciudad no se movilizan en vehículos particulares, sino en el transporte público colectivo que en Managua es brindado por los buses de las cooperativas cuyo pasaje de C$2.50 es subsidiado por el Estado. Este subsidio es de beneficio social y es bueno que se estén cambiando las viejas unidades por nuevas que se venden a las cooperativas con muchas facilidades.

Pero la demanda de transporte colectivo va sobrepasando la capacidad de esas unidades. Por el sobreuso los buses se deterioran rápidamente tanto en lo mecánico como en la comodidad. Muchos pasajeros van de pie y apretujados en un hacinamiento incómodo para un país tropical, en una ciudad caliente y húmeda como Managua.

Para el tránsito de vehículos particulares y para el transporte público se necesitan nuevas soluciones urgentes. Me pareció muy interesante escuchar en los programas informativos de Radio Corporación que el Ministerio de Transporte está pensando en un tren que una ciertas ciudades del país, aunque no se dieron más detalles. Antes se pensó en un Metroriel y también hay un estudio de técnicos japoneses, pero no sé si toman eso en cuenta.

En todas las ciudades grandes del mundo la mejor solución al tráfico ha sido el Metro, sea subterráneo o en la superficie. En Managua podría construirse un Metro inicialmente con una vía férrea (o sea, rieles) que vayan de Tipitapa a Ciudad Sandino paralela al borde del lago, con varias paradas y una Estación Central al final de la Avenida Bolívar donde empalmaría otra vía paralela a la Bolívar hasta Tiscapa, bordee la laguna y continúe paralela a la Carretera a Masaya.

Podrían haber paradas como, por ejemplo, unas tres desde la Estación Central hasta la de Tiscapa Oeste, otra en Tiscapa Este, y luego en Metrocentro, Alexis Argüello, Centroamérica, Galería, Las Colinas, Esquipulas y Veracruz. Este Metro de doble vía podría pasar cada media hora aliviando el congestionamiento del transporte colectivo.

Adicionalmente se necesita un ferrocarril que una las ciudades de mayor población en el Pacífico: Chinandega, León, Managua, Masaya, Granada, una segunda etapa con un ramal de Masaya a Masatepe, San Marcos, Diriamba y Jinotepe, y una posible tercera etapa de Granada a Rivas. Todos con posibles estaciones intermedias. Esto no excluiría otros proyectos, como el ferrocarril de Corinto a Bluefields, también para contenedores.

Tanto el Metro de Managua como las vías de ferrocarril no serían gastos, sino inversiones rentables, tanto para el Estado como para inversionistas privados.

Lo que no debería permitirse es que las cooperativas que tienen el monopolio del transporte bloqueen toda iniciativa de ampliar y mejorar el transporte público. No entiendo por qué, pues no se plantea sustituirlos. Ellos seguirían operando igual con su tarifa subsidiada y también en Managua debería operar un servicio privado paralelo—no subsidiado— con mejores buses y tarifas acordes al servicio brindado, que tendría otro tipo de usuarios.

Muchos que hoy viajan en vehículos privados optarían por viajar a Managua desde Granada, Masaya, León o Chinandega, en buses con una categoría de comodidad superior al que ofrece ahora el transporte colectivo entre ciudades, y hay empresarios privados dispuestos a dar ese servicio, incluso con vehículos climatizados, si no lo bloquearan los otros, que no serían afectados pues sus usuarios serían diferentes. Esto disminuiría los millares de vehículos que diariamente entran a Managua desde esas ciudades.

Claro que implementar estas ideas necesitará estudios previos. ¡Ojalá que se hagan!

El autor es colaborador permanente de Radio Corporación
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