El macho alfa entre los humanos

En los estudios de los “animales sociales” (por ejemplo, los homínidos, como los chimpancés; los cannis, como los lobos; o los félidos, como los leones) el término “alfa” se refiere al individuo con mayor rango en la manada, a quien los otros siguen. Generalmente el alfa suele ser un macho, aunque hay especies —muy pocas— en que hay hembras alfa y en otras —más frecuentemente— una pareja de macho y hembra alfa.

Cuando un macho alfa deja de serlo porque pierde sus facultades de fuerza, ferocidad y aptitud para imponerse a la manada y dirigirla, le va a suceder aquel macho que demuestre tenerlas más que los demás. A veces esto se resuelve en una lucha entre dos o más aspirantes, o entre el actual y el candidato a sustituirlo. Los derrotados, si no mueren en la lucha, se someten, o más frecuentemente tienen que abandonar la manada y vivir en soledad. 

Los chimpancés muestran pleitesía al alfa de la manada con gestos rituales tales como reverencias, presentar la espalda, agacharse, inclinarse o balancearse. Los chimpancés ofrecen su mano al macho alfa como signo de sumisión. Permiten al alfa caminar siempre de primero. Los lobos también muestran sumisión a la pareja alfa de su manada, permitiéndoles ser los primeros en comer y, frecuentemente, la única pareja en procrear.

El ser humano u “homo sapiens” es un animal social del orden de los primates perteneciente a la familia de los homínidos; pero, tiene dos facultades que no tienen el resto de animales: la razón y la libertad de decidir. Los cristianos sostenemos que el ser humano está dotado de un alma con capacidad de comunicarse con el Creador y de trascender esta vida, y también tiene libertad de decisión o libre albedrío. El ser humano no está sujeto a vivir obedeciendo solamente a sus instintos, como los demás sujetos del reino animal.

En los primeros grupos de seres humanos en el mundo, entre los hombres y mujeres de las cavernas, predominaba el instinto sobre la razón y el macho alfa se imponía entre los cavernícolas como jefe. Pero luego se vino imponiendo la razón sobre el instinto. Cuando el ser humano primitivo pasó de ser parte solo de una organización familiar pequeña, a una más numerosa —aunque inicialmente de personas emparentadas entre sí— surgieron formas de gobierno primitivas pero racionales entre los clanes y tribus.

Como una forma racional de gobierno primitivo surgieron los matriarcados en que la mujer de mayor edad era la que tomaba las decisiones por ser la que se mantenía en el lugar mientras los hombres salían a cazar, explorar o combatir. Más frecuentes fueron los patriarcados, donde el hombre de mayor edad era quien gobernaba el clan o la tribu, por la sabiduría dada por su experiencia.

Pero entre los seres humanos, animales al fin, a veces los instintos predominan sobre la razón, y así surgieron —en algunos clanes y tribus— los machos alfas, los más fuertes, feroces y temibles, asumiendo el mando por la fuerza y el miedo.  En esos casos no gobernaba el más sabio por su edad y experiencia, sino el impuesto por la fuerza bruta, como en las especies animales inferiores.

Desde la Edad de Piedra hasta nuestros días la instintiva característica de manada liderada por un macho alfa compite en el mundo moderno contra la razón en diferentes campos de la vida. El instinto de ser macho alfa está en algunos machos, pero también existe el instinto de someterse como una manada al macho alfa. Por ejemplo, las familias donde reina el machismo, los pandilleros ante sus jefes, los narcotraficantes ante sus capos, las niñas —en su pubertad pasajera— que se enamoran del más fuerte y guapo aunque sea el más bruto y vago, hasta quienes eligen servir a reyes absolutos u otros gobernantes totalitarios.

Un artículo de opinión escrito por Adolfo Miranda Sáenz.

Sea el primero en comentar

Deje su comentario

Su correo no será publicado.


*