Cartas de Amor a Nicaragua – Papini y San Lucas

Cartas de Amor a Nicaragua

Cartas de Amor a Nicaragua – Fabio Gadea Mantilla

Querida Nicaragua:  Un poco hastiado de estar escribiendo sobre política nacional, pidiendo unidad y  patriotismo, me decidí por meterme entre mis libros como una rata de biblioteca.  Y no fue mala idea pues encontré libros que hacía mucho tiempo no leía. 

El más extraño que encontré fue un viejo libro que seguramente no se encuentra ya en las librerías..  Se trata de GOG,  el último de los libros que escribiera el florentino Giovanni Papini, (enero 1881- julio 1956) ateo en la primera etapa de su vida y luego el celebradísimo  autor de la Historia de Cristo, convertido ya en un ferviente cristiano católico.   Papini empieza diciendo en GOG: “Me avergüenza decir donde conocí a Gog:  en un manicomio particular.  Con esa sola expresión podemos imaginar las locuras intelectuales a las que el autor era aficionado.  Gog visita diversos lugares, y personajes con quienes cambia impresiones,  pregunta, discute y en algunas ocasiones hasta entra en polémicas con ellos.  Algunos de estos son: Henry Ford,  pionero del automovilismo mundial; Ghandi, el campeón de la no violencia;  Einstein, autor de la teoría de la relatividad;  Freud, supremo maestro del psicoanálisis; Lenín, vencedor de la Rusia zarista, etc,  inclusive tiene un capítulo titulado Subasta de países, Gog llega a  Nueva York y encuentra la subasta donde se vende la República de Nicaragua, 166,OOO km2, 650,OOO habitantes, produce grandes cantidades de azúcar. café, ,maderas, pieles y oro. Precio:  setenta mil doscientos millones.  No seguí leyendo a Gog porque me sentí ofendido en mi dignidad de patriota.

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Para quitarme la amargura del momento busqué algo más edificante y me encontré un folletito anónimo con el título El oro no vale nada. Empecé a hojearlo.  Se trataba de un hombre relativamente joven, 58 años, que estaba haciendo una gran fortuna.  Había trabajado quince horas al día durante más de treinta años y pensaba no trabajar más. Pensaba que tenía asegurado el porvenir de él y de sus hijos con cuatro haciendas de ganado, más de mil reses, dos fincas de café, dinero en abundancia tanto en los bancos como  en cajas fuertes en su mansión.  

“Para qué voy a trabajar más, se dijo.  Con lo que tengo puedo vivir tranquilamente descansando o conociendo el mundo, pues hay muchas ciudades que quisiera conocer y tengo dinero de sobra para viajar.”  Al día siguiente de haber hecho todos estos planes un infarto fulminante terminó con su vida y con todos sus planes.  Las haciendas, las reses, los cafetales,  el dinero en los bancos y en las cajas fuertes no le sirvieron de nada. 

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Este sencillísimo relato me dejó  pensativo y hasta le dí gracias a Dios por no ser rico, por vivir de mi trabajo diario.  Seguí hurgando  en la biblioteca pues me pareció  que en algún otro libro había leído algo parecido.  Encontré la Biblia, llamé a mi amigo el padre Héctor Treminio y le hice la consulta; San Lucas cap. 12: 13 al 21.  “En seguida Jesús les propuso este ejemplo: Había un hombre rico al que sus tierras le producían mucho. 

Se decía a sí mismo: ¿Qué haré?  Porque ya no tengo donde guardar mis cosechas.  Y añadió: ya sé lo que voy hacer, echaré abajo mis graneros y construiré otros más grandes para guardar mi trigo y mis reservas.  Y me diré: tienes muchas cosas almacenadas para muchos años;  descansa, come, bebe, pásalo bien. 

Pero Dios le dijo: “Necio, esta misma noche te van a pedir el alma. “ ¿Quién se quedará con lo que amontonaste? “Así le pasa  al que amontona para si en vez de hacerse rico ante Dios.

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