La segunda esposa infiel de Napoleón

Adolfo Miranda Sáenz

No extraña que una vez fallecida Josefina de Beauharnais, la primera esposa de Napoleón Bonaparte, María Luisa de Austria, de la Casa de Habsburgo, fuera la nueva esposa de Napoleón y Emperatriz de los Franceses. La habilidad política de María Teresa I de Austria logró que sus hijos y nietos de la Casa de Habsburgo emparentaran por matrimonio con casi todos los emperadores y reyes de Europa entre los siglos XVIII y XIX.

Los austríacos buscaban tener una paz duradera con Francia, y Napoleón necesitaba un heredero después de su estéril matrimonio con Josefina. La esposa ideal para Bonaparte parecía ser María Luisa, pues así Napoleón emparentaba con casi todas las casas reinantes de Europa. A pesar de ser un matrimonio por conveniencia, Napoleón se encariñó con María Luisa, aunque ésta nunca llegó a quererlo y después de la caída en desgracia de Bonaparte, poco le importaba su prisión y destierro.

María Luisa había nacido en Viena, hija del archiduque Francisco I de Austria y María Teresa de Nápoles y Sicilia. Por parte de padre era sobrina nieta de la reina de Francia María Antonieta, la esposa de Luis XVI, cuyas cabezas rodaron en la guillotina. Por eso ella odiaba a Francia. Odio que creció cuando su familia debió huir de Viena dos veces hostigada por las tropas de Napoleón que atacaba al imperio austrohúngaro. Después de un tiempo en Hungría volvieron a Viena para tener que escapar una vez más por una nueva derrota infligida por Bonaparte al ejército austríaco. La única forma de detener las sucesivas derrotas de los ejércitos austríacos era precisamente este matrimonio que unía a Austria con Francia, pero que para María Luisa era un trago amargo. También era importante para Napoleón tener un hijo con una Habsburgo, para que su heredero fuese aceptado por las monarquías europeas.

De este matrimonio político de Napoleón con María Luisa nació Napoleón François Joseph Charles Bonaparte, en marzo de 1811. El joven fue designado desde pequeño como Rey de Roma. Después de que Napoleón fue forzado a abdicar, tanto María Luisa como el hijo de ambos fueron llevados a Viena, donde el niño era llamado Franz para olvidar el nombre de su padre que tantos malos momentos le había hecho vivir a los austríacos. La tuberculosis que atacó al jovencito le impidió continuar con sus aspiraciones imperiales y lo llevó a una muerte precoz poco antes de cumplir sus 21 años. Si bien el joven Napoleón II no se casó ni tuvo descendencia, al menos oficialmente, algunos investigadores especulan que podría ser el padre del Príncipe Maximiliano, que fue emperador de México.

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Mientras tanto, su madre ya tenía una relación sentimental con el general Adam Adalbert von Neipperg, noble alemán que había perdido un ojo peleando contra los franceses. El Congreso de Viena lo nombró administrador de los ducados italianos (Parma, Plasencia y Guastalla) cedidos por el Tratado de Fontainebleau a María Luisa y su hijo.

Neipperg se había ganado la confianza de la esposa de Napoleón cuando fue designado para escoltarla con su hijo a Viena. La relación evolucionó hacia la intimidad que culminó con el nacimiento de dos hijos ilegítimos. En 1821 (curiosamente el año de la Independencia de Centro América) falleció Napoleón, y de inmediato contrajeron nupcias María Luisa y su amante. Después de fallecer Neipperg fue designado administrador de los ducados italianos el Conde Charles-René de Bombelles, con quien María Luisa también se casó.

Ella no contestó jamás las cartas que Napoleón le escribía desde la prisión o el destierro; Ciertamente María Luisa demostró que no le importada nada el destino del emperador que la había llevado al trono de Francia. En 1847 falleció esta segunda esposa infiel de Napoleón Bonaparte. Pero hubo una mujer que lo amó inmensamente con absoluta fidelidad, Desiré Clary, de quien hablaremos próximamente.

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