Al otrora presidente del Partido Liberal Independiente, Pedro Reyes, le aplicaron una dosis de su propia medicina. Reyes fue destituido de su cargo como presidente de esa agrupación política el viernes pasado.
El Consejo Supremo Electoral, el mismo que le hizo caso a Reyes cuando solicitó la destitución de los 28 diputados opositores, avaló también la de Reyes solicitada por tres integrantes del partido: el ex candidato presidencial José del Carmen Alvarado, Francisco Luna y Mario Asensio Florez.
Reyes dijo que su destitución era una jugada del orteguismo para hacer del PLI, un partido dócil. “Cuando uno ya no es útil lo desechan”, dijo Reyes al diario LA PRENSA cuando se le consultó sobre su destitución.
Cinco meses y diez días fue lo único que duró Reyes al frente del PLI, después que el Poder Judicial, dominado por el orteguismo, le arrebatara el partido a Eduardo Montealegre y se lo entregara a él.
Los directivos del PLI, alegan que Reyes causó división en el partido, los acusó de traición y de estar vendidos al Frente Sandinista. También acusan a Reyes de no rendir cuentas sobre 350 mil dólares que el partido tenía destinado para la campaña política.
Reyes ha manifestado en otras entrevistas que los recursos para la campaña política él los recibió a través de préstamos de amigos que no ha querido identificar.
El Poder Electoral avala la destitución de Reyes alegando que el abogado y periodista no realizó una Asamblea delegataria que le ordenó el Poder Judicial cuando le entregó el partido.
Reyes quedó inhabilitado para ocupar cargos dentro del partido por tres años, según la resolución del Consejo Supremo Electoral. Pero él anunció que agotará todos los recursos legales para revertir esa decisión.
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