Un muerto preside el Parlamento de Nicaragua, destaca el diario El País

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Foto/EFE

De todas las cosas inverosímiles que ocurren en la política nicaragüense —este pequeño país centroamericano que en el pasado ha demostrado su capacidad para desestabilizar a toda la región, la que menos se esperaban los nicaragüenses era que su Asamblea Nacional estuviera liderada por un muerto.

Las risas, el desconcierto, la incredulidad y hasta la indignación se mostraron en las redes sociales cuando los diputados del Frente Sandinista de Liberación Nacional —el partido del presidente Daniel Ortega, que controla todo en este país— anunció que como “homenaje” extendían el mandato de René Núñez, diputado fallecido el 10 de septiembre, como presidente del Parlamento. Los muertos en Nicaragua, además de votar, aprueban leyes.

Núñez era un leal operador de Ortega en la Asamblea. Fue una pieza clave para asegurar las reformas constitucionales que le garantizaron a Ortega en 2014 la reelección indefinida. Núñez convirtió al Parlamento en una institución que daba legitimidad a las arbitrariedades cometidas por el Ejecutivo. Fue durante su gestión como presidente parlamentario que se aprobó la concesión para la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua, sin consultas, con un debate de una semana y considerado inconstitucional por los críticos al proyecto. La concesión fue entregada por un periodo de 100 años a un empresario chino desconocido, Wang Jing, quien hasta ahora no ha podido interesar a los inversionistas para comenzar el proyecto, valorado en más de 50.000 millones de dólares.

Con Núñez a la cabeza, la Asamblea también aprobó reformas al Código Militar, lo que le garantizaba mayor control del Ejército al presidente Ortega, así como la controvertida Ley de Seguridad Soberana, que según organizaciones de derechos humanos podría ser utilizada como excusa por el gobierno para reprimir protestas. El homenaje a Núñez fue promovido por el diputado sandinista Edwin Castro, otro personaje estrambótico de la política criolla: un político de verbo incendiario, que no da entrevistas a los periodistas, leal a Ortega y promotor de reformas que han garantizado el control de las instituciones de parte del presidente y el deterioro de la democracia en Nicaragua, pero que además cuenta con una cátedra de derecho constitucional en la jesuita Universidad Centroamérica, de Managua.

Al justificar el nombramiento del difunto Núñez, los diputados halagaron “la capacidad de diálogo y consenso permanente que mantuvo el ingeniero Núñez en la Asamblea Nacional” y dijeron que era un merecido homenaje para quien consideran “el impulsor de la modernización de este poder del Estado”.

Núñez falleció en San José de Costa Rica el 10 de septiembre a causa de una afectación respiratoria. El político padecía de una deficiencia pulmonar que en los últimos días de su vida lo obligó a asistir a las sesiones parlamentarias cargando un tanque de oxígeno. Fue presidente del Parlamento desde 2007, tras el regreso de Ortega al poder, y lo continuará siendo, ya muerto, hasta enero del próximo año, cuando la Asamblea renueve mandato tras las elecciones previstas para el próximo 6 de noviembre, en las que Ortega participa como único candidato importante y que han sido denunciadas como una “farsa” por la oposición.

Fuente: El País

 

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