La República

cartas de amor, nicaragua, fabio gadea

Querida Nicaragua: Siglos y siglos de abusos, guerras, traiciones, masacres de pueblos enteros, devastación de ciudades y de obras de arte ha vivido el mundo en épocas antiguas, gracias a Dios superadas casi totalmente en los tiempos modernos. A nuestro mundo le ha costado desembarazarse de los bárbaros, de las monarquías hereditarias donde se sucedían en el poder sátrapa tras sátrapa produciendo ríos de sangre en pueblos enteros.

Poco a poco fueron naciendo mentes especiales como Platón, Sócrates y demás sabios de la Grecia antigua insinuando y enseñando maneras y formas de gobernarse por medio de leyes y tratando de evitar el uso de la fuerza.

Pasando a la era cristiana y sin evitar los derramamientos de sangre entre unos y otros pueblos por razones políticas, étnicas, religiosas y naturalmente económicas fueron naciendo hombres de elevados pensamientos para diseñar formas de gobierno más tolerables para que los pueblos tuvieran algo de paz.

Charles Montesquieu (1689-1755) y Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) en Francia analizaron el tipo de poderes que debían regir los estados y que casualmente rigen hoy a los estados modernos, los regímenes democráticos. Montesquieu criticaba duramente el sistema en el cual un solo hombre mantuviera todo el poder a través de una sola institución.

Así nació la teoría del gobierno democrático, con la separación de los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Esto como un mecanismo de control entre uno y otro poder para que ninguno pudiera cometer abusos y terminando así con la concentración de poder en una sola persona.

El Ejecutivo debía administrar los asuntos de la nación, el Legislativo debía dedicarse a legislar para que todos los ciudadanos se rigieran por leyes y el Judicial se encargaría de impartir justicia, dando a cada quien lo que en realidad le pertenecía en cualquier disputa. De esta forma terminaría el poder absoluto y corrupto de los monarcas que hacían y deshacían a su antojo.

En Nicaragua hemos tenido, de acuerdo con nuestra Constitución los tres poderes del Estado, al cual el somocismo agregó uno mas,el poder electoral.

Así, mal que bien, habíamos estado funcionando durante los años de la democracia aunque padeciendo frecuentemente, o casi siempre, las consabidas dictaduras que nuestra historia señala.
En estos tiempos igualmente teníamos hasta hace poco unos poderes del Estado que con los defectos proverbiales funcionaban mas o menos a medias.

Teníamos un poder legislativo donde, a pesar de que el gobierno manejaba mas de dos tercios de los diputados, al menos la oposición, el PLI, tenía 23 diputados que por lo menos ejercían el derecho a la protesta, a la presentación de proyectos aunque no fueran aprobados. Había pues un Congreso, desigual pero Congreso Nacional al fin.

Hoy en día y de un solo plumazo, valiéndose de una vieja litis existente en el único partido de oposición, el PLI, el oficialismo le arrebata la representación legal del partido a su presidente Eduardo Montealegre para entregársela a un señor que convertirá al PLI, como ya lo tiene convertido, en una ficha más del gobierno. A tres meses de las elecciones ocurre esto y para rematar con broche de oro, el nuevo PLI desafora a 16 diputados propietarios y 12 suplentes que se negaron a seguirle el juego.

Estos diputados están demostrando que todavía hay en Nicaragua políticos con dignidad, que no hay tales de que “la calle está dura”, como alegan todos aquellos serviles y paniaguados que se venden al danielismo por unos dólares más. Hay material digno de sobra en nuestra Nicaragua y brilla el sol de la esperanza cuando hay diputados como estos que no se doblegan y prefieren continuar la lucha contra la antidemocracia que mal gobierna hoy nuestro país. La calle no está dura. La calle está lista para salir a protestar contra los que quieren destruir la república e instalar en Nicaragua un gobierno vitalicio o una dinastía familiar.

La lucha sigue y la patria vive, buenos días y buenas noches Nicaragua!

Fabio Gadea Mantilla

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