El Pulso de la Semana – Mundo Jarquín
Con la reclusión por la pandemia -que es lo viejo, porque virus han existido y existirán siempre- y que de sopetón nos llegó la época digital -que es lo nuevo, por el salto tecnológico que representan internet y las redes sociales-, he podido reflexionar sobre las consecuencias políticas de las recientes leyes represivas de Ortega, y he llegado a la conclusión que son como intentar retener agua en las manos: sencillamente, inútiles. Me estoy refiriendo a la ley de ciberdelitos, aprobada esta semana, y otras que están en la tubería legislativa.
En mis reflexiones, he sido ayudado por dos foros internacionales de los cuales participo regularmente, convocados por diferentes instituciones multilaterales, para analizar las consecuencias de la pandemia sobre la democracia en América Latina. Obviamente, esos foros son organizados por internet y les atiendo desde el encierro en mi casa.
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Hace treinta años, cuando recién se empezaba a popularizar internet, asistí a un entrenamiento sobre uso de las ahora conocidas como Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). El instructor insistía que constituían una verdadera revolución, y preguntado sobre por qué esa naturaleza revolucionaria ya que la tecnología cambiaba constantemente, señaló diversas razones. Pero a propósito de este comentario, me limito a dos de esas razones: primero, porque permiten interactuar en red, muchas personas a la vez, miles y millones, y en diferentes países; segundo, por la progresiva reducción del costo de comunicarse a través de internet.
Lo vimos en la “primavera árabe” hace diez años, y recientemente en las protestas que hubo en diversos países sudamericanos el año pasado. Y los vimos nosotros en 2018.
Los policías orteguistas que comparecieron a la Comisión Legislativa que dictaminó la ley de ciberdelitos, expresaron que disponían de las técnicas para implementar esa ley. Independientemente de esas técnicas, si un video de protesta contra Ortega que circula entre miles y miles de personas dentro y fuera del país, sin poder saberse el emisor original, ¿a quién inculparán esos policías? Y así podríamos poner otros ejemplos de la inutilidad de esas leyes, lo cual no significa que las apliquen a los principales activistas opositores, pero no a todos los ciudadanos pues no habría cárceles para tantos presos políticos.
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Mientras la crisis política no se resuelva, los resultados de esas leyes represivas son que más temprano que tarde se perderán los equilibrios macroeconómicos, incluyendo las metas de inflación y consecuentemente el tipo de cambio. En otros comentarios hemos señalado que las elecciones de 2021, son libres o no son solución. Sin esta expectativa, la fuga de capitales sería mayor.
La dinámica de más represión conduce a más contracción económica. Las leyes que comentamos, agregan leña al fuego y son, como dijimos al inicio, inútiles.
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