El jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, acusó el lunes a China de “sembrar la desinformación y rumores extravagantes” sobre el origen del coronavirus.
El secretario de Estado habló por teléfono con Yang Jiechi, alto funcionario del Partido Comunista de China, y le enfatizó que “este no es el momento de sembrar desinformación y rumores extravagantes, sino más bien un momento para que todas las naciones se unan para luchar contra esta amenaza común”, dijo el Departamento de Estado.
Pompeo planteó “fuertes objeciones” a los esfuerzos chinos “para echarle la culpa del Covid-19 a Estados Unidos”.
La llamada se produce después de que el Departamento de Estado convocó el viernes al embajador chino, Cui Tiankai, para denunciar la promoción de una teoría conspirativa, que recibió una gran atención en las redes sociales.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, en tuits la semana pasada en mandarín e inglés sugirió que el “paciente cero” en la pandemia global podría haber venido de Estados Unidos, no de la ciudad china de Wuhan, donde se reportaron los primeros casos a fines de 2019.
“Es posible que haya sido el ejército estadounidense el que trajo la epidemia a Wuhan. ¡Estados Unidos debe ser transparente!, ¡y debe publicar sus datos!”, tuiteó Zhao, conocido por sus declaraciones polémicas en redes sociales.
El propio Pompeo ha tratado de vincular a China con la pandemia mundial, refiriéndose repetidamente al SARS-CoV-2 como el “virus Wuhan” a pesar de que los profesionales de la salud dicen que tales etiquetas geográficas pueden ser estigmatizantes.
Los científicos sospechan que el virus llegó por primera vez a los humanos en un mercado de carne en Wuhan en donde se utilizaban animales exóticos. Es ahí donde se presentaron los primeros casos de la enfermedad que poco a poco se ha ido extendiendo al mundo.
Si bien el COVID-19, la enfermedad causada por el virus, se ha controlado en gran medida en China, ha matado a más de 7.000 personas en todo el mundo y ha alterado gravemente la vida cotidiana en los países occidentales.
AFP
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