El próximo 13 de diciembre se cumple un año del asalto violento a la redacción del periódico Confidencial, que dirige el periodista Carlos Fernando Chamorro, y donde también funcionaba el estudio de los programas de televisión Esta Noche y Esta Semana. Un grupo de policías entró por la noche sin orden judicial alguna, tomó posesión del inmueble y ahí se mantiene hasta el día de hoy.
Al día siguiente Chamorro llegó a las oficinas centrales de la Policía a pedir explicación. No lo recibieron. Más bien lo echaron a empujones y golpes. Recurrió en busca de Justicia a la Corte Suprema de Justicia. No le respondieron. Intentó seguir con sus programas de televisión en un canal local, y el régimen los sacó de aire y de la televisión por cable. En enero del año pasado, temiendo por su vida, salió al exilio y mantuvo su periódico Confidencial en línea, y los programas de televisión a través de Facebook y Youtube, desde Costa Rica.
Hace diez días regresó a Nicaragua. Dice que vino a abrazar a su madre, la ex presidenta Violeta Barrios de Chamorro, a hacer periodismo y a reclamar sus medios confiscados por la vía militar.
-¿Qué decidió su regreso a Nicaragua?
-Yo tuve que salir al exilio a inicios de enero a Costa Rica para proteger mi integridad física y mi libertad, y para poder seguir haciendo periodismo, en este caso desde Costa Rica. Regreso por una decisión meramente individual, asumiendo mis propios riesgos y responsabilidades, porque en este país no existe ninguna garantía sobre la seguridad de ningún ciudadano. Pero regreso porque es importante refrendar mi compromiso con la libertad de prensa y con el ejercicio del periodismo en Nicaragua. Cada momento en que nosotros hacemos periodismo de forma independiente estamos fortaleciendo el campo de la libertad y estamos debilitando el poder de la dictadura. Es una decisión individual, no creo que existan las condiciones para que decenas de miles de nicaragüenses puedan repatriarse, regresar, hasta que no haya un cambio político democrático en el país, y hasta que no cese la represión y se desmantelen los paramilitares.
Regreso asumiendo mis propios riesgos y responsabilidades, porque en este país no existe ninguna garantía sobre la seguridad de ningún ciudadano
-¿Ha habido algún acto de intimidación o agresión en su contra en estos días?
-No he enfrentado hasta este momento una acción directa de agresión o intimidación, pero mi oficina sigue ocupada por la policía. Yo he ido dos veces esta semana a la redacción de Confidencial y ahí están los policías armados. Ese es un acto de intimidación, porque la intervención del Estado sin orden judicial y sin ninguna legalidad está atentando contra mis derechos como ciudadano y como periodista.
-¿Qué posibilidades hay de que recupere sus medios de trabajo, los edificios donde funcionaba la redacción de su periódico?
-Nosotros agotamos todos los recursos legales en el mes de diciembre (2018). Una solicitud al Ministerio Público para que investigue el asalto que la Policía realizó contra nuestra redacción y tres recursos de amparo ante la Corte Suprema de Justicia en nombre de tres empresas que han sido intervenidas. Fueron aceptados por la Corte pero no han sido fallados. Si la Corte tuviese algún espacio de autonomía ya debió haber fallado esos recursos en enero y febrero porque no hay ninguna prueba que justifique la acción del Estado. Esta es una acción que responde a una orden de tipo político de la Presidencia de la República para aplastar, para allanar, cerrar un medio de comunicación. Si la Corte recupera su autonomía debería fallar de acuerdo a derecho. Yo no sé si la dictadura va a rectificar, nosotros no vamos a dejar de demandar que se suspenda esta confiscación porque es un acto inconstitucional.
-Si se agotaron los mecanismos legales, ¿qué queda por hacer?
-Siempre existen las cortes internacionales para llevar este caso a otros niveles. Por el momento nosotros hemos solicitado medidas provisionales de parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como medidas de protección para los periodistas de Confidencial y Esta Semana. Tenemos medidas cautelares de parte de la Comisión Interamericana (CIDH) que no son atendidas en Nicaragua. El siguiente paso es llevar este reclamo por esa doble condición de atentado contra la libertad de prensa y censura a otras instancias.
-¿En qué condiciones están trabajando?
-Trabajamos con las uñas. Trabajamos por vocación, por compromiso con nuestros principios, con nuestra audiencia. Desde el momento en que nos asaltaron nunca nos callaron. Hubo programa ese mismo fin de semana después del asalto, el sitio de Confidencial siempre se ha mantenido en línea, estuvimos al aire en el Canal 12 hasta que por amenazas, por imponer una censura de facto, el gobierno desde mediados de febrero nos sacó del aire de la televisión abierta y del cable. Pero estamos en redes sociales, seguimos produciendo Confidencial, seguimos con Esta Noche y Esta Semana, a través de Youtube y Facebook. Gracias a una red colaborativa de distintas plataformas digitales y radioemisoras, podemos llevar nuestros contenidos. Trabajamos de forma remota, sin tener una redacción porque la nuestra está ocupada por efectivos armados de la Policía.
-Al entrar a Nicaragua por el aeropuerto, dijo que una de las primeras acciones que haría en este regreso era abrazar a su madre, la ex presidenta Violeta Barrios de Chamorro, porque estaba delicada de salud. ¿Cómo está ella?
-Mi mamá está en una condición de salud reservada. La he visto varias veces estos días. La he podido abrazar, la he podido besar, le he podido transmitir mis sentimientos y agradecimientos por su amor. Simplemente tengo que estar presente porque está en una condición de salud muy reservada. Circularon unos rumores de que su situación se había agravado, su situación es delicada pero se mantiene estable.
-¿Qué salida le ve a esta crisis en Nicaragua?
-La dictadura de Daniel Ortega está atravesando por una crisis terminal. Puede prolongarse en dependencia de su capacidad para seguir imponiendo el orden por la vía de la represión. Pero no creo que se pueda prolongar de manera indefinida. El régimen cada vez tiene menos respaldo, cada vez tiene menos aliados, menos apoyo, y por el otro lado, el movimiento de resistencia, el movimiento azul y blanco, sigue creciendo, sigue fortaleciéndose. Y lo que me ha tocado vivir a mí en estos últimos diez días es que estamos viviendo una etapa en la que hay una escalada represiva, de tortura, de crueldad del régimen, para intentar sofocar la protesta popular. Eso revela que hay una debacle, una crisis moral del Estado y del partido Frente Sandinista que no solo no pueden gobernar sin reprimir sino que ahora no pueden gobernar sin torturar, sin tratar de imponer el terror. El tiempo de la dictadura se está agotando. Llegará un momento en que las circunstancias, la resistencia nacional y la presión internacional, van a forzar una negociación política para ir a una reforma electoral, una reforma política que abra las puertas a una elección. Esa negociación será con Ortega y (Rosario) Murillo o sin ellos. No lo sabemos. Pero tengo la certeza que vamos a llegar a esa salida política, no a una salida violenta.
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