Francia vive este jueves una jornada de huelga general contra la reforma del sistema de pensiones impulsada por el presidente Emmanuel Macron, que afecta a diversos servicios del país, incluyendo los trenes, aviones, escuelas y hospitales, mientras la policía usa gases lacrímogenos para dispersar a los manifestantes.
Alrededor del 90% de los trenes de alta velocidad que debían circular este jueves fueron anulados, 10 de las 16 líneas del metro de París amanecieron cerradas, cientos de vuelos fueron cancelados y la mayoría de las escuelas y colegios no abrieron sus puertas.
Según informaron los sindicatos pasado el mediodía, el paro del transporte continuará hasta el lunes. La red de transportes públicos parisinos permanecerá “prácticamente paralizada” si el gobierno no abandonaba la reforma, advirtió Thierry Babec, del sindicato UNSA.
El proyecto del gobierno busca sustituir los 42 regímenes que existen en la actualidad por un sistema por puntos en el que cada euro cotizado dé los mismos derechos al alcanzar la jubilación, y contempla con ello acabar con los beneficios de los que gozan trabajadores como los de la SNCF o la red metropolitana parisina de transporte.
Para evitar el caos de los transportes, muchos franceses optaron por trabajar desde sus casas. “Pedí trabajar hoy desde mi casa, pero espero que la huelga no dure demasiado porque no podré hacerlo de manera indefinida”, contó a la AFP Diana Silavong, ejecutiva en una empresa farmacéutica.
Otros muchos caminaron desde muy temprano desde sus casas a sus lugares de trabajo.
“¡Quería tomar una bicicleta pero creo que todos tuvieron la misma idea!”, dice entre risas Guillaume frente a una estación de bicicletas de libre servicio completamente vacía en París. “Tendré que ir a pie hasta la oficina”, añade resignado este treintañero.
El caos y la desinformación reinaba también entre los turistas, muchos de los cuales se vieron sorprendidos al ver cerradas las puertas del metro. “Ayer compramos billetes y hoy no hay nadie que nos informe”, afirman Pedro Marques y Ana Sampaio, una pareja de portugueses que pretendían ir a visitar Montmartre.
AFP/ INFOBAE
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