Por Enrique Sáenz (*)
De acuerdo a las cifras oficiales, la economía de Nicaragua se redujo en un 3.8% en el 2018. Esta caída económica representó el cierre de miles de empresas y el desempleo de centenares de miles de trabajadores. Para este año el Fondo Monetario Internacional pronostica una caída de la economía todavía mayor, pues estima que será del 5%. Esto significa más cierre de empresas y mayor desempleo. Y lo que es peor, desde ahora proyecta que la economía registrará un comportamiento negativo también en el 2020.
La pregunta obligada es: Si el régimen presume de que se ha restaurado la normalidad política, social y económica. Si no hay movilizaciones masivas, ni tranques, ni paros generales ¿Por qué la economía sigue de capa caída generando zozobra en las familias y en las empresas?
La respuesta es sencilla: porque un gobierno que no respeta leyes, ni libertades, ni derechos, genera desconfianza en empresarios y consumidores y, por consiguiente, desalienta la inversión y la creación de empleos. Además, impusieron una reforma tributaria, para extraer más impuestos a empresas y consumidores, y una reforma al inss para sacudir los bolsillos de trabajadores y empresarios. Como se dice en cristiano, albarda sobre aparejo.
Hacemos la introducción anterior para referirnos al inusual comunicado que emitió la empresa transnacional BATCA, denunciando el contrabando de cigarrillos. Sin duda, miles de empresas de diversas actividades económicas se encuentran en igual condición, pero cargan su cruz de manera silenciosa.
Vamos a dar un poco más de detalle para explicar mejor el asunto.
En Nicaragua se conoce como industria fiscal a los cigarrillos, cervezas y licores, dada la elevada proporción de impuestos que generan.
Los gobiernos suelen aplicar los mayores impuestos a estos bienes, por supuesto que no con el propósito de reducir el tabaquismo o el consumo de alcohol, sino basados en una consideración económica: Se presume que los fumadores y los consumidores de alcohol, a causa de su vicio, tienen una alta propensión a seguir fumando o tomando, aunque aumenten los precios de esos productos.
De hecho, hay quienes consideran que aumentar los impuestos a licores, cervezas y cigarrillos provoca daños a las familias porque el bebedor o el fumador prefieren cortar gastos básicos familiares, antes de reducir su consumo. Es decir, si aumenta el precio, el consumo no se reduce o se reduce poco, en consecuencia, ganan las empresas porque siguen vendiendo, y gana el gobierno porque recauda más impuestos. Pierden los consumidores y las familias.
Pues bien, resulta que la empresa transnacional BATCA, en un inusual comunicado público denunció el aumento desproporcionado del contrabando de cigarrillos a causa de la reforma tributaria que impuso el régimen este año. También dieron a conocer que estaba reduciendo sus operaciones en Nicaragua y el 30% de su personal.
Tomamos como ejemplo este caso público porque claramente ilustra el impacto dañino de reforma fiscal impuesta por el régimen:
El primer impacto es el aumento de los precios. Esto es válido para todos los bienes, no solamente para el cigarrillo.
El segundo impacto es que empuja a empresarios y consumidores a pasar a la economía informal, incluyendo el contrabando.
El tercer impacto es que las empresas de la economía formal no pueden competir, venden menos y se ven compelidas a reducir el empleo
Finalmente, como el contrabando no genera impuestos, al final lo que pretenden obtener con el aumento de impuestos, en el mediano y largo plazo terminan perdiendo. Se calcula que este año a causa del contrabando de cigarrillos el gobierno dejará de percibir aproximadamente 800 millones de córdobas.
La combinación de estos factores provoca la reducción de las actividades económicas y consecuentemente la caída de la economía.
Como decíamos al principio, la raíz del problema está en la permanencia de un régimen que provoca desconfianza y desalienta la inversión y la generación de empleo. A ello se agrega la incompetencia de las autoridades económicas.
Por supuesto, no se nos pasa por la cabeza defender el consumo de tabaco o de alcohol, mucho menos defender a las empresas que se dedican a esa actividad. Como se trata de una denuncia pública, nos valemos del caso para ilustrar lo que está ocurriendo con muchas empresas, de todo tamaño y con la economía en general.
Finalmente, queda flotando una pregunta: El régimen ha aumentado presupuesto y uniformados en la policía y el ejército. Los vemos prestos a sofocar cualquier amago de protesta. ¿Cómo se explica que el contrabando haya aumentado en semejante magnitud y represente ahora el 40% del consumo nacional? ¿cómo se explica que la policía no haya capturado a ningún contrabandista de cigarrillos? Ustedes qué opinan ¿Detrás de este nuevo negocio del contrabando están pepescas o tiburones?
(*) Comentarista político de Radio Corporación
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