Jeanine Áñez se declaró este martes la nueva presidenta de Bolivia, aplicando la sucesión constitucional y ante la vacancia que existe en ese puesto por las renuncias y el asilo en México al que se acogieron Evo Morales y Álvaro García Linera, y las dimisiones de Adriana Salvatierra y Víctor Borda.
“Me comprometo a asumir todas las medidas necesarias para pacificar el país”, garantizó la representante opositora, en medio del respaldo de su bancada y otros legisladores de la oposición, tras dos intentos fallidos de sesiones en las Cámaras Alta y Baja, suspendidas por falta de quórum.
La medida surge en medio de una jornada de incertidumbre a más de tres semanas de protestas por el fraude a favor del MAS en las elecciones generales del 20 de octubre, que derivó en un estado de convulsión social.
“El pueblo boliviano es testigo de que hemos hecho todos los esfuerzos necesarios para canalizar la presencia de los asambleístas de las tres fuerzas políticas, sin embargo, los parlamentarios del MAS no se han hecho presente, han expresado públicamente su decisión de no participar y todos sabemos que el presidente y vicepresidente han presentado su renuncia, abandonando el país, acogiéndose al asilo en México, lo que constituye un abandono de sus funciones”, acotó la ahora mandataria transitoria.
Su mandato transitorio tiene como finalidad garantizar la institucionalidad del Estado y proceder, de manera inmediata, a la reorganización del Órgano Electoral Plurinacional (OEP), para que se convoque a nuevas elecciones generales y se cumpla con el traspaso de mando el 22 de enero de 2020.
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