José Calderero de Aldecoa
Detenciones, amenazas, torturas, asesinatos… La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos presentó hace una semana un demoledor informe sobre Nicaragua en el que detalla una continua violación de los derechos humanos y una total falta de libertad en el país centroamericano. Incluso «en el momento de finalizar el informe –denunció Michel Bachelet–, mi oficina recibió información corroborada sobre algunos homicidios e intentos de homicidio que tuvieron lugar entre junio y julio de 2019 en su mayoría en el departamento de Jinotega y en la respectiva zona fronteriza entre Honduras y Nicaragua, de personas que habían participado activamente en las protestas de 2018».
A pesar de los asesinatos, «hemos logrado que no impere el sentimiento de venganza. En la mayoría de la población ha calado el mensaje de paz y reconciliación de la Iglesia», aseguró el lunes el sacerdote Cristóbal Gadea, párroco en Jinotega, que ha visitado esta semana España. El presbítero nicaragüense ha venido a presentar la última campaña de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), que ha salido a socorrer a la Iglesia del país centroamericano.
La jerarquía eclesiástica ha jugado un papel clave, de mediación y pacificación, en la actual crisis sociopolítica que vive Nicaragua. Esta labor, que le ha llevado en muchos casos a situarse al lado del pueblo que sufre –«incluso convirtiendo las iglesias en refugios»–, ha provocado que «el régimen de Daniel Ortega la haya puesto en el punto de mira», afirmó durante la presentación Javier Menéndez Ros, director de ACN-España. «En algunos casos –añadió–, los orteguistas disparaban a matar», por lo que «acudir a la parroquia o ir a Misa suponía jugarse la vida».
El señalamiento público, así como «el clima de inseguridad y violencia», ha hecho que «muchos obispos, sacerdotes, religiosas y laicos hayan sido objeto de amenazas y ataques, al igual que numerosas iglesias y centros parroquiales», explicaron desde ACN. Mención especial en este capítulo la tiene el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, que terminó siendo llamado por el Papa al Vaticano ante las amenazas directas contra su persona.
En la actualidad, «todo parece más calmado», confesó Gadea el lunes, pero «la crisis no ha acabado y conviene moverse con cuidado», advirtió. En su propia diócesis «se han tenido que exiliar bastantes personas por problemas de seguridad. No tengo el dato concreto, pero hay una señal significativa: hay 2.700 niños que han salido del sistema educativo», aseguró el padre Cristóbal.
SOS Nicaragua
De todos los nicaragüenses que han tenido que salir huyendo de su país, cerca de 70.000 han recalado en la vecina Costa Rica. En España residen más de 47.000 nicaragüenses según el Instituto Nacional de Estadística, si bien es cierto no todos pueden ser calificados de exiliados. La cifra en nuestro país ha crecido rápidamente desde que en abril del 2018 se iniciaran las revueltas contra el régimen de Daniel Ortega y se produjera la posterior y brutal represión. En enero de 2018 los nicaragüenses residentes en España apenas llegaban a los 30.000.
«Yo me trasladé a Madrid en 2015 después de que prácticamente el 100 % de mi sector profesional me cerrara las puertas por no mirar con buenos ojos el Gobierno Ortega-Murillo», explica la periodista Meyling Duarte a Alfa y Omega.
Al poco de llegar, Duarte confraternizó con un grupo de compatriotas y en enero de 2018 salieron por primera vez a las calles de la capital, «frente a la embajada de nuestro país, por los abusos que estaba cometiendo el presidente del consejo supremo electoral, que se había comprado una mansión aquí». El grupo se volvió a encontrar en abril del mismo año «para protestar contra la represión y en solidaridad de nuestros hermanos nicaragüenses». Un mes después, en mayo, nació la plataforma SOS Nicaragua Madrid, de la que Meyling se convirtió en presidenta.
«Nuestro objetivo es luchar para que la justicia llegue a nuestro país y también trabajamos para ayudar a los nicaragüenses se han tenido que exiliar a Costa Rica o en España», explica. Con esta meta, desde SOS Nicaragua Madrid se organizan todo tipo de actividades religiosas, culturales, sociales y gastronómicas en las que «se recauda dinero que posteriormente se invierte principalmente en la acogida de los exiliados».
En el último año y medio, desde la plataforma ya han conseguido dar soporte a 130 compatriotas. «Tenemos activado un pequeño protocolo de actuación para cuando llega algún exiliado», afirma la presidenta. «Suelen tener pagadas solo tres o cuatro noches en un hostal. Entonces, cuando llega al aeropuerto, nos contacta. A partir de ahí, se le toman los datos, se verifica que efectivamente esta persona viene huyendo de la situación y nosotros movilizamos a la comunidad de nicaragüenses para poder reubicar lo antes posible a estas personas». También se les ayuda «con la gestoría para que puedan solicitar el asilo o se les ayuda económicamente para que puedan sacarse el abono transporte».
Unidos en la fe
Pero más allá de lo material, en SOS Nicaragua tiene un importante peso específico la fe. «Somos un pueblo de mayoría católica. Las fiestas religiosas son fiestas nacionales, por eso la fe ha sido un apoyo fundamental en nuestro exilio y un elemento de cohesión para todos los compatriotas que estamos en España», destaca Duarte.
Así, desde la plataforma se organizó el pasado domingo a las 13:00 horas una Misa en la parroquia del Santísimo Redentor de Madrid para «orar para que los exiliados podamos volver pronto, para que cese la represión contra nuestros sacerdotes y nuestra Iglesia» y para unirse espiritualmente a la Semana de Oración por la Patria convocada por los obispos del país centroamericano y que terminó el 15 de septiembre de 2019.
Al finalizar la semana, los prelados hicieron público un duro mensaje en el que denunciaron que «la palabra de la sociedad no cuenta» y criticaron veladamente al Gobierno de Daniel Ortega al señalar a «una institución que no respeta la conciencia y juega con el hambre de la gente». Sin embargo, los obispos afirmaron querer dar al pueblo «una palabra de vida y esperanza» y le instaron a la oración y, sobre todo, al perdón, «porque el perdón trae consigo esa paz que estamos llamados a cultivar».
En el caso de Meyling, la Semana de Oración por la Patria se abrió en una Misa que presidió el obispo auxiliar de Managua en el madrileño templo de Santa Teresa y San José y en la que pudo asistir la presidenta con otros dos miembros de SOS Nicaragua. En aquella celebración monseñor Silvio Báez «nos dijo: “Sigan rezando con fe y encomiéndense a nuestra Virgen de la Concepción para que llegue el milagro y nosotros, como exiliados, pronto volveremos a nuestra Nicaragua”».
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