Los ojos del mundo se fijaron en Nicaragua tras el asesinato del preso político Eddy Montes Praslín. El régimen nicaragüense nuevamente quedó al descubierto ante la comunidad internacional.
La presión interna también subió de tono por la indignación de la sociedad tras la muerte del reo.
Tuvieron que pasar tres días para que la Alianza Cívica decidiera golpearle la mesa al gobierno y exigirle cumplir con los compromisos que adquirió.
“La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia se retira de la Mesa de Negociación hasta que el Gobierno excarcele, previo a su liberación definitiva, de los presos políticos de la lista conciliada en poder del Comité Internacional de la Cruz Roja”, reza el comunicado emitido por la oposición.
Horas más tarde se hacía pública la nota de prensa del Ministerio de Gobernación anunciando la excarcelación de 100 presos políticos. “Estas personas han recibido el beneficio legal de convivencia familiar u otras medidas cautelares”, apunta el Estado.
Esta liberación según José Pallaís aún no cumple con las condiciones solicitadas por la Alianza Cívica, es decir la negociación sigue suspendida.
“Es un paso insuficiente, tardío se debió dado cuando lo propusieron los testigos y acompañantes y eso pudo haber evitado más tragedia, más dolor, más sufrimiento para el pueblo de Nicaragua”, apuntó Pallaís, miembro negociador.
“No pueden continuar usándose a los presos políticos como rehenes de la negociación”, agregó.
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