Fabio Gadea Matilla
Querida Nicaragua: La anhelada democracia nuestra parece estar escondida como en uno de esos laberintos que aparecen en algunas revistas. Esos laberintos son pasatiempos donde se busca a determinado personaje teniendo que recorrer montones de pasillos o callecitas que casi siempre terminan en un tope, en un callejón sin salida y hay que buscar otro camino.
Aquí parecemos estar jugando ese jueguito de un laberinto donde por más que se dialogue, que se busquen fórmulas, que se hagan hojas de ruta y se convengan las discusiones sobre importantes temas en busca de la ansiada democracia, en todos los intentos encontramos un tope, un callejón sin salida que no nos permite avanzar. Es como si una mano tenebrosa se encargara de enredar cada día más el laberinto donde buscamos la ansiada democracia.
Obviamente no hay voluntad política por parte del gobierno. Es obvio que no la hay porque mientras se acuerda hoy en la mesa de negociación que se le devolverá al pueblo su derecho a movilizarse pacíficamente, al día siguiente cuando un pequeño grupo de ciudadanos ondea el pabellón nacional y pide libertad para los presos políticos, los paramilitares corren a repartir cachiporrazos y un individuo infiltrado lleva una pistola y se producen tres heridos, uno de ellos grave.
Se acuerda no retener más en las aduanas el material que necesitan los periódicos para ser impresos y circular, pero la aduana sigue reteniendo el papel, la tinta y demás materiales indispensables para su funcionamiento normal; es otro callejón sin salida en el laberinto democrático en el que ingenuamente estamos jugando.
Unas dictaduras actúan de un modo y otras de otro modo. Esta de nosotros es muy especial porque promete y no cumple, pretende engañar a organismos internacionales y al parecer no les importan las sanciones anunciadas por estos. Esta es una dictadura de las que relata Giovanni Papiny en su libro de Gog. Dice el célebre escritor italiano que ningún dictador actúa solo.
El dictador va creando varios círculos y cada uno de ellos se encarga de defenderlo y de ser su cómplice en todo momento. Cada círculo está bien aceitado, como decimos en buen nicaragüense, es decir que son ricos todos, algunos de ellos millonarios, dueños de grandes negocios, concesionarios de explotaciones madereras y de todas las riquezas naturales de la nación. Tienen cargos inamovibles, solo la mano del jefe único puede moverlos, crean falsas elecciones y tienen siempre una aplanadora en el Congreso que aprueba todas las leyes que vienen de arriba.
En esta forma jamás podremos encontrar la democracia en el laberinto de los falsos diálogos. Necesitamos diálogos patrióticos, sinceros, que verdaderamente busquen la anhelada democracia que todos queremos.
El autor es director general de Radio Corporación y fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.
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