Estados Unidos y China concluyeron hoy una nueva ronda de negociaciones con el objetivo de frenar la guerra comercial sin avances significativos. Una semana de conversaciones en Pekín ha mostrado que las posturas están aún muy alejadas para alcanzar un acuerdo que satisfaga a ambas partes. Los equipos negociadores volverán a reunirse la próxima semana en Washington en un intento de lograr más consenso antes del 2 de marzo, momento en el que finaliza la tregua acordada entre Donald Trump y Xi Jinping y cuando, en ausencia de acuerdo, Estados Unidos tiene previsto redoblar su escalada arancelaria contra China.
Los negociadores de China y Estados Unidos se reunieron en Pekín durante toda esta semana con el plato fuerte reservado para el jueves y viernes. A las conversaciones de los equipos de trabajo se incorporaron estos dos últimos días el vice primer ministro y mano derecha del presidente en materia económica, Liu He, por la parte china; y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, junto al representante de Comercio, Robert Lighthizer, por la estadounidense.
Si no se llega a un acuerdo antes del 2 de marzo, la Administración estadounidense aumentará del 10% al 25% los gravámenes que aplica a productos chinos valorados en 200.000 millones de dólares. Aunque el plazo podría alargarse: Donald Trump se ha mostrado abierto esta semana a posponer esta nueva escalada si las conversaciones van por buen camino y un pacto a corto plazo es posible.
Trump busca en estas negociaciones un compromiso por la parte china que contribuya a reducir el enorme déficit comercial, la diferencia entre lo que Estados Unidos vende a China y lo que compra de este país. Pero más allá de este desequilibrio, Washington presiona para lograr cambios más profundos en el modo de operar de Pekín con sus socios comerciales, unas prácticas que también han sido señaladas por la Unión Europea y Japón. El objetivo es un mayor acceso al mercado chino para las empresas extranjeras, un aumento de la protección de la propiedad intelectual, el fin de las transferencias forzadas de tecnología entre compañías locales y foráneas o una mayor transparencia en la asignación de subsidios estatales y la política industrial, entre otros asuntos.
Con información de El País
Deje su comentario