Cartas de Amor a Nicaragua: El don de la paz

Fabio Gadea Mantilla

Querida Nicaragua: En mi juventud me gustaba escuchar las conversaciones de los adultos, y cuando tenía oportunidad disfrutaba más hablando con ancianos; son ellos una especie de archivo histórico sobre todo en sitios lejanos como Ciudad Segovia (Ocotal) donde estudié la primaria y donde en los años cuarenta no había ninguna biblioteca de consulta. Casi podría decir que mis fuentes de consulta eran siempre los hombres de la tercera edad, ya fueran profesionales como el doctor Emilio Gutiérrez o ancianos que tenían claros recuerdos de acontecimientos políticos importantes como don Esteban Irías.

Ninguno de ellos que habían vivido y vivían todavía sucesos políticos que generalmente terminaban en guerras intestinas, me recomendó nunca el uso de la violencia como solución de los problemas. Todo lo contrario, habiendo vivido los sinsabores de tantos golpes de estado, reelecciones amañadas y guerras civiles opinaban siempre por el camino del diálogo para conseguir la paz, el supremo don de los pueblos.

Centroamérica, me decían algunos de ellos, bien pudiera ser una sola nación soberana y poderosa si tan solo los líderes de cada país se hubiesen puesto de acuerdo para tener un gobierno federal y gobiernos locales en cada pequeña parcela. Así se presentarían como una sola nación altamente exportadora e importadora y con un movimiento turístico superior al de muchos importantes países de nuestra América. Pero para esto tendríamos que terminar con ese espíritu belicoso y patriotero que ha sido la desgracia de nuestros pequeños países. Costa Rica decidió tomar el rumbo de la paz permanente y ahí la tenemos con setenta años de creciente progreso y eligiendo presidentes limpiamente cada cuatro años. Aquellas personas de la tercera edad que mencioné al principio me decían que todas aquellas convulsiones bélicas del pasado dejaron centenares de campesinos muertos, miseria y dolor, escasez y desgracia por todas partes. El ansia de poder nunca era saciada y si un partido subía el otro producía su propia revolución para botarlo y viceversa.

Es urgente y necesario que tengamos un poco de sensatez y mucho de patriotismo para que pensemos en lo que significa para el bien de todos el don de la paz. La paz se construye con educación, con sosiego, con serenidad, con sensatez y con mucho amor por la patria. No el estribillo que grita fachendoso “soy nicaragüense por gracia de Dios”.

Hagamos la paz haciéndola con hechos, guardemos los rifles que son enemigos de la paz, evitemos el odio que es enemigo de la paz, hagamos una tregua y reflexionemos, no podemos seguir cayendo en picada hacia el abismo tenebroso de la bancarrota, hagamos un diálogo sincero.

Todos los días le pido a Nuestro Señor Jesucristo que nos dé sabiduría para lograr la paz.

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