Al menos 68 personas han muerto y otras casi 129.000 se encuentran este lunes desplazadas por el paso de la tormenta tropical Usman por Filipinas, que ha causado inundaciones, avalanchas de tierra y otras catástrofes en parte del país. Las autoridades prevén que aumentará el balance de víctimas, especialmente en la provincia de Camarines del Sur, situada en el sureste de la isla de Luzón, que tiene una población de casi dos millones de habitantes.
La mayoría de las víctimas mortales ocurrieron en corrimientos de tierra registrados en la región montañosa de Bicol, en Luzón, al sudeste de Manila, indicó el Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Desastres (NDRRMC, por sus siglas en inglés), el organismo filipino que coordina la información durante las catástrofes y que advierte que la cifra “está pendiente de verificación”.
Muchos habitantes no pudieron tomar las precauciones habituales en este archipiélago que sufre fenómenos climáticos extremos, porque la tormenta anunciada no fue clasificada como tifón. “Las personas se confiaron demasiado porque estaban en plenas vacaciones de Navidad y no se había emitido ninguna alerta de tifón”, lamentó Claudio Yucot, director del servicio de protección civil en la región de Bicol.
Las autoridades han declarado el estado de calamidad en las provincias de Camarines del Sur, Albay y Sorsogon, pertenecientes a la región de Bicol. La medida agilizará el desembolso de fondos gubernamentales para atender los afectados y reparar los datos en la red de infraestructuras.
De los 128.982 afectados en la lista oficial provisional, solo 14.444 filipinos se encuentran atendidos en los 112 centros de acogida habilitados en las regiones central y septentrional del país, las más afectadas.
La cifra de daños en infraestructuras está comenzando porque solo contiene seis viviendas destruidas y siete parcialmente dañadas, además de trastornos en 78 carreteras, tres puentes y 23 plantas eléctricas.
El Ministerio de Agricultura evaluó de forma provisional el daño en el campo en unos 195 millones de pesos (3,3 millones de euros).
Bisayas Oriental, junto a Bicol, es la otra región filipina más castigada por Usman, una depresión tropical que tocó tierra el sábado pasado y que se aleja por el mar Meridional de China convertido en una baja presión.
“Esta perturbación meteorológica ha dejado de afectar al país”, dijo hoy el NDRRMC, tras situarla a 750 kilómetros al oeste de Puerto Princesa, la capital de la isla de Palawan, situada en el oeste del archipiélago.
Para la filipina Merly Atanacio, de 50 años, la partida de Usman no es un alivio porque lo ha perdido todo, después de que una avalancha de tierra se llevase su casa en Sagñay, en Camarines del Sur.
La mujer salvó su vida, así como su marido, Teodoro Atanacio, de 57, y sus hijos Cindy, de 17, Joey, de 14, Riza, de 10, y Crisanta, de 7.
Merly pidió ayuda gubernamental y privada a través del diario Manila Bulletin, porque se encuentra en la calle y tendrá que pasar la noche en el hospital de Sagñay, donde ingresaron a la hija menor por una herida grave en la cabeza que sufrió durante la catástrofe.
En Manila, las inundaciones y las lluvias no han impedido que decenas de miles de filipinos acudieran a la iglesia de Quiapo a pasear al Nazareno Negro, un anticipo de la multitudinaria procesión que celebran cada 9 de enero.
Otros se han tomado con humor las inundaciones, acostumbrados a los entre quince y veinte tifones que visitan todos los años el país durante la estación lluviosa, que comienza por lo general en mayo o junio y concluye en noviembre o diciembre.
Fuente: EL PAÍS
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