Cartas de Amor a Nicaragua: pecados de omisión

Querida Nicaragua: Desde el 2007 cuando tomó posesión del gobierno el orteguismo comprendimos que habíamos caído en una gigantesca trampa.

Las promesas del comandante asegurando que había cambiado, su supuesta conversión al catolicismo, la renovación de sus bodas por la Iglesia con la bendición del señor cardenal Obando y Bravo, ya fallecido, todo eso se vino abajo cuando comenzamos a observar la forma de gobernar de don Daniel. Muy sutilmente fue apoderándose de aquella Policía que doña Violeta había logrado convertir en Nacional para volverla sandinista como en los tiempos de los ochenta.

Desde la toma de posesión les había recalcado tanto a la comisionada Aminta Granera como al jefe del Ejército, Julio Cesar Avilés, su origen sandinista, una señal inequívoca de que debían obedecer al partido sandinista, es decir al propio Daniel Ortega.

El Consejo Supremo Electoral ya estaba completamente tomado por el orteguismo, y las redes de ese fueron extendiéndose hacia los demás poderes del Estado paso a paso, lentamente, sin que nadie pudiera sospecharlo, todo por debajo, colocando sus propias fichas y preparando el terreno para que nunca más pudiera ganar una elección ningún partido de la burguesía opositora.

El poder judicial hacía tiempo estaba copado por el orteguismo. Quien hacía y deshacía en la Corte Suprema era y sigue siendo el doctor Rafael Solís, conocido como Payo Solís, incondicional de Ortega.

La forma de actuar de los jueces era evidentemente dirigida por el orteguismo a través del poder judicial. Algunos increíbles fallos de muchos jueces nos dan la medida de cómo anda la justicia en nuestra Nicaragua.

Y nosotros hemos estado observando todo esto y volviendo a ver hacia otro lado porque las finanzas de la nación iban muy bien. El compadrazgo entre el Cosep y el Gobierno funcionaba a la perfección y en nuestros adentros sabíamos que don Daniel decía a los empresarios: “Ustedes manejen la economía, pero la política déjenla en manos del Gobierno”.

Llegaron las elecciones del 2011 y el orteguismo, con los poderes en las manos, hizo que el poder judicial declarara inconstitucional el artículo 147 que prohibía la reelección presidencial.

Todos conocemos que esas elecciones, con la presencia de observadores de la OEA y de la Unión Europea, no pudieron ser observadas. “Nos taparon el radar”, expresó el jefe observador de la OEA, Dante Caputo. Y todos seguimos cometiendo el pecado de omisión de no protestar.

En 2016, la abstención fue del 70 por ciento, pero seguimos pecando por omisión y muchos, muchísimos estaban contentos porque la economía iba muy pero muy bien. Cuando por fin el 18 de abril empezamos a protestar era demasiado tarde. Mucha sangre nos ha costado el silencio.

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