* Opinión | Enrique Sáenz
Un día como hoy, 20 de junio, del año 1979, se produjo un episodio que en buena medida precipitó la debacle del somocismo, al provocar un viraje decisivo en la política norteamericana hacia Nicaragua.
Es probable que buena parte de la juventud ignore ese hecho. Es también probable que para otros sea un recuerdo borroso o, peor, que el olvido lo haya sepultado en la memoria. Nos estamos refiriendo al asesinato de Bill Stewart, periodista norteamericano de la cadena de televisión ABC. Siempre conviene recordar la historia, sobre todo en momentos como el presente, cuando de nuevo nos agobia la tragedia.
Stewart cubría la insurrección armada en contra del somocismo. Ese fatídico día, desarrollaba su trabajo en las cercanías del barrio Riguero, en Managua, cuando se acercaba a un retén de la guardia, fue conminado a tirarse al suelo, un soldado se acercó, lo pateó, estando el periodista inerme, el soldado apuntó y disparó su fusil directamente a la cabeza. La imagen del cuerpo estremecido al impacto del balazo es sencillamente escalofriante. Cualquiera puede ver el video en youtube.
En el mismo episodio, también fue asesinado el intérprete, de nacionalidad nicaragüense, Juan Francisco Espinoza.
Los aparatos de propaganda del régimen somocista, en un primer momento acusaron a las fuerzas sandinistas de ser responsables del asesinato. Lo mismo hizo que hizo el orteguismo, al acusar a los grupos que resisten con los tranques en los barrios, de la demoníaca masacre que cometieron en el barrio Carlos Marx, la policía y las turbas diabólicas del régimen. Una familia entera fue sacrificada.
Igual que ocurrió en esta tragedia, que la ciudadanía registró en diversos videos a los responsables de la masacre, desmantelando las patrañas de los voceros de Ortega, el camarógrafo que acompañaba al periodista norteamericano, se había quedado en el vehículo que los transportaba, y haciendo honor a su profesión, tuvo la valentía de filmar el asesinato, a riesgo de su propia vida. Esa filmación salió clandestinamente del país y recorrió el mundo. El video era repetido cada diez minutos por las principales cadenas norteamericanas de televisión.
El video reflejó de manera irrebatible la naturaleza criminal del somocismo y la tragedia que padecía el pueblo nicaragüense. Por supuesto, también volcó la opinión pública norteamericana en contra de Somoza y ató las manos de quienes pretendían seguir apoyando a su régimen, provocando un quiebre en el curso de la guerra. Un mes después, el dictador abandonaba Nicaragua para siempre.
El asesinato de otro periodista: Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, desató la furia popular que desencadenó la insurrección que derrocó a la dinastía. El asesinato de dos periodistas, marcó ese amargo capítulo de nuestra historia.
Al rememorar estos hechos, nos parece oportuno expresar nuestro reconocimiento al trabajo de los periodistas nicaragüenses, de los medios de comunicación independientes, que han hecho gala de valentía, profesionalismo y compromiso con la libertad, con riesgo de su integridad física. Los escuchamos o los vemos, en medio de disparos, detonaciones, lamentos, gritos, gases lacrimógenos, embestidas criminales, llevando la información al pueblo, reflejando la realidad y desmontando la embustera campaña del régimen.
Ayer mismo, varios periodistas de medios independientes fueron agredidos y robados por los grupos represivos, incluyendo la joven periodista Leticia Gaitán, de 100% noticias, que días antes había encarado y exhibido la hipocresía del jefe de los representantes del régimen en el diálogo nacional. Pudimos ver también la angustia y escape del corresponsal de una agencia internacional de noticias, que también fue amenazado arma en mano y perseguido por los grupos criminales.
Sin duda, los medios de comunicación independientes, incluyendo los digitales, están desempeñando un papel fundamental. No podemos mencionarlos a todos pero Radio Darío, Radio Corporación y Cien por Ciento noticias, merecen un reconocimiento especial. A pesar del acoso y amenazas permanente, transmiten en directo los acontecimientos. Como sabemos, Radio Darío fue víctima de lo que ya es una adicción del régimen: los incendios.
Radio Corporación, con Fabio y Carlos Gadea a la cabeza, ha honrado una vez más su lema: la que habla el lenguaje de su pueblo.
La contribución de la emisora, abriendo espacio a denuncias, noticias, opiniones y debates, en la voz del mismo pueblo, ha sido decisiva para que la insurrección pacífica del pueblo nicaragüense tenga a la dictadura contra las cuerdas. Por supuesto, la radio no podría cumplir su función a cabalidad, sin el empeño, dedicación y coraje de sus periodistas. Todos somos testigos de la extraordinaria faena que cumplen. Y es justo que todos reconozcamos su trabajo. Estoy seguro que expreso una opinión unánime del pueblo nicaragüense al reconocer el trabajo de los periodistas de Radio Corporación.
Reiteramos nuestro reconocimiento a los periodistas nicaragüenses de los medios independientes y dedicamos un recuerdo al periodista norteamericano, Bill Stewart, que dio su vida en Nicaragua, en ejercicio de su profesión, y cuyo sacrificio acortó el calvario que padecía el pueblo nicaragüense.
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