Los tambores de guerra vuelven a sonar en la Casa Blanca. El supuesto ataque químico perpetrado el sábado en la ciudad siria de Duma, con decenas de civiles muertos, desencadenó esta mañana una atronadora respuesta del presidente Donald Trump.
No sólo consideró culpable al “animal de [Bachar] el Asad”, sino que aprovechó para responsabilizar a Rusia e Irán, y dejó abierta la puerta a una represalia contra Damasco. “Va a pagar un alto precio”, tuiteó.
La amenaza viene avalada por la historia. Hace un año, EEUU lanzó un demoledor golpe contra el régimen sirio tras un ataque con gas a la población civil. 59 misiles Tomahawk arrasaron la base aérea de Shayrat (Homs) en represalia por un bombardeo con armas químicas que había segado 86 vidas.
La intervención estadounidense marcó una divisoria. Hasta entonces, Trump había rechazado cualquier ataque a El Asad e incluso había criticado en 2014 a Barack Obama por sopesar esta posibilidad. Esta doctrina, muy acorde con el aislacionismo del republicano, se quebró con el bombardeo sirio de Jan Sheijun en abril de 2017. Las lacerantes imágenes de niños muertos sacudieron al planeta e impactaron en el propio presidente. Su respuesta fueron las armas. La base desde la que habían partido los aviones sirios fue destruida y seis soldados del régimen murieron. No hubo bajas estadounidenses.
“La protección del régimen de Asad por parte de Rusia y su incapacidad para detener el uso de armas químicas en Siria cuestiona su compromiso de resolver la crisis global y las mayores prioridades de no proliferación”, afirmó la portavoz Departamento de Estado, Heather Nauert. “Rusia, con su inquebrantable apoyo al régimen, en última instancia es responsable de estos brutales ataques, dirigidos contra innumerables civiles y la asfixia de las comunidades más vulnerables de Siria con armas químicas”, remarcó.
Fuente: El País
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