
El Papa Francisco encabezó este viernes el Vía Crucis en el Coliseo de Roma, en medio de una fuerte presencia policial por temor a atentados terroristas durante las celebraciones por la Semana Santa y tildó de “vergüenza” que la actual generación “deje a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y las guerras”.
El Papa llegó al antiguo anfiteatro romano para presidir la escenificación de las 14 estaciones de las que, según los católicos, consistió el camino a la cruz de Jesucristo.
En una bendición al final de la ceremonia, que duró menos de 90 minutos, Francisco pidió a los católicos mirar a Jesús con una mirada “llena de culpa, arrepentimiento y esperanza”.
“Que tu santa Iglesia, hecha de pecadores, continúe… pese a todos los esfuerzos para desacreditarla, siendo una luz que brilla, alienta, alivia y da testimonio de tu amor iluminado”, expresó. Además, tildó de “vergüenza” que la actual generación “deje a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y las guerras”.
El pontífice, como es tradición, acudió al Anfiteatro Flavio e invocó a Jesús de Nazaret: “Nuestra mirada está dirigida a ti, llena de vergüenza, arrepentimiento y esperanza”, proclamó ante cientos de fieles que le escuchaban en recogimiento.
“Vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y las guerras; un mundo devorado por el egoísmo donde los jóvenes, los débiles, los enfermos y los ancianos son marginados”, denunció el pontífice.
También expresó su vergüenza “porque muchas personas, incluso algunos ministros de la Iglesia, se hayan dejado engañar por la ambición y la vanagloria, perdiendo su dignidad y su primer amor”.
Francisco también destacó el arrepentimiento “que nace de la certeza” de que solo Jesús “puede salvar del mal” y curar a los hombres y mujeres “de la lacra del odio, del egoísmo, la soberbia, la avidez, la venganza, la codicia y la idolatría”.
Pero, tras la vergüenza y el arrepentimiento, el Papa destacó “la esperanza” de que el mensaje cristiano “continúa a inspirar, aún en la actualidad, a muchas personas y pueblos y que solo el bien puede derrotar al mal, solo el perdón puede abatir el rencor”.
Y recordó que, movidos por su fe, “muchos misioneros y misioneras continúan, aún hoy, retando a la adormecida conciencia de la humanidad arriesgando la vida para servir a los pobres, en los descartados, inmigrantes, invisibles, abusados, famélicos y presos”.
Defendió la esperanza porque la Iglesia de Jesús, “santa y hecha de pecadores, continúa, todavía ahora, y a pesar de todos los intentos por desacreditarla, siendo una luz que ilumina, anima y alivia”.
El pontífice pronunció esta oración después de asistir al recorrido de la cruz desde el interior del Coliseo romano hasta el lugar en el que permaneció en oración, a faltas de la cercana colina del Palatino.
Fuente: Misiones Online