UNA SABIA RESPUESTA PARA LAS ENVIDIOSAS

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Había una vez una mujer muy bella que vivía en un pueblo chico y que era viuda. Algunas mujeres la admiraban por ser tan culta, refinada, elegante y de nobles propósitos. Otras mujeres la aborrecían por envidia, por celos, por su propio vacío personal y carencias, porque así es mucha gente.

Cuando se supo del cumpleaños de la bella mujer, un grupo de mujeres chismosas, de esas resentidas con la vida porque creen que la vida les debe algo, además de ser envidiosas, se pusieron de acuerdo para lastimar a la viuda enviándole un grotesco regalo en un paquete. Decidieron buscar todo tipo de alimañas e insectos venenosos y depositarlos en una caja de cartón y enviarlos con una nota de felicitación.

Al recibir la mujer el misterioso regalo, casi se muere del susto y por poco resulta mordida por una pequeña pero venenosa serpiente que iba dentro.

Al pasar los días, la mujer investigó quienes habían sido las que le enviaron el paquete y envió a uno de sus empleados a comprar un arreglo floral y un perfume para entregárselos con un mensajero, con una nota personal a cada una de ellas, en amable respuesta al gesto previo que ellas tuvieron de recordar su cumpleaños. La nota decía:

“Una forma de agradecer a la vida por tanto que nos ha dado es compartir con los demás. A mí la vida me ha dado mucho amor, noches de descanso, calma, personas que me aman, bienestar y prosperidad. Y por eso comparto perfumes y flores. Siento mucho que la vida les haya negado eso y por ello su obsequio haya sido de alimañas venenosas, pero lo comprendo. Cada cual lo que puede dar a los demás es solo lo que tiene.”

Adolfo Miranda Sáenz

https://adolfomirandasaenz.blogspot.com

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