COMENTARIOS CORTOS Y ÚTILES
Solo una madre —que lo siente— podría describir apropiadamente lo que es el amor de madre. Pero todos tenemos una madre y hemos experimentado ese amor, y podemos decir que es el amor más puro y profundo que hemos recibido.
Cada persona es diferente porque su carácter, su educación, su experiencia de vida, sus formas de expresarse, sus problemas y su entorno son diferentes. Por eso toda madre expresa su amor de madre de manera diferente. Porque toda madre ama de manera desinteresada y sacrificada, aunque lo exprese cada una a su manera, demostrando su amor de diferentes formas. No mejor ni peor, sino simplemente diferente.
Existen muchos tipos de amor en la vida, pero de todos ellos, el amor de una madre es el más profundo y puro que existe. Es el que más fuerza desarrolla a lo largo de toda la vida. El amor de una madre se siente desde lo más profundo de sus entrañas, donde inicia la vida el bebé que comienza a formarse y se establece una conexión entre los dos corazones que nada ni nadie podrá romper jamás.
La naturaleza, según la creó Dios, sabe lo que hace desde el momento en que una mujer queda embarazada y después, desde el momento en que la mujer sostiene a su bebé por primera vez. Aparece el instinto de protección desde que la mujer sabe que el resultado de su embarazo es positivo. Comienza a cuidar su salud de forma extraordinaria únicamente para que la salud de su bebé se fortalezca. Porque el ser que está creciendo dentro de su interior es para ella, su mayor tesoro.
Desde que empieza el embarazo comienza a aparecer un instinto de madre antes desconocido para la mujer, empieza a sentir que su amor es incondicional y que cada día que pasa se hace más y más fuerte. Son 9 meses de un amor que se consolida en el interior de la mujer y que en cuanto sostenga a su bebé por primera vez sabrá que ese amor es indestructible. ¡El vínculo entre madre e hijo no se destruye por nada del mundo!
La conexión entre madre e hijo es tan fuerte que, si una madre está feliz, sus hijos pequeñitos automáticamente también lo estarán. Verán en su madre un ejemplo de lucha, de cómo afrontar los problemas, de trabajar y perseverar. Ejemplos que le harán convertirse en un adulto responsable y feliz. Porque esos pequeños ojos tan bonitos de un niño o una niña, lo observan todo, pero sobre todo observan a su mamá. La relación con la figura materna es lo que más influye en cuanto a la forma de relacionarnos con otras personas durante toda la vida.
Las madres tienen un amor incondicional para ofrecer a los hijos sin importar las circunstancias que se vivan. El amor de una madre se tendrá siempre sin importar lo que pase porque un hijo no tiene que ganarse el amor de una madre, simplemente lo tiene desde antes de nacer y lo tendrá para siempre.
Es inmenso el amor de una madre a un hijo incluso antes de que haya nacido. Todo ser humano permanece dentro del cuerpo de su madre durante 9 meses y después siempre tendrá parte en su corazón. Las mamás son mujeres vulnerables y frágiles, pero al mismo tiempo son fuertes e indestructibles. Porque eso es ser madre, tener la fuerza y el coraje suficiente para luchar por sus hijos, pero al mismo tiempo mantener la estabilidad emocional de la que depende directamente la salud y la formación del carácter y personalidad de esos pequeñitos.
Una madre es capaz de dejar todo de lado para cuidar a su bebé o a sus hijos porque su corazón así se lo dicta. Si sus hijos la necesitan ella siempre estará a su lado, tengan la edad que tengan, hasta saber que son capaces de valerse por sí mismos…
Pero, además, también cuando son independientes, cuando son grandes. Cuando ya los hijos son hombres y mujeres mayores, incluso cuando ya han formado otra familia, una madre siempre estará dispuesta a estar a su lado para escucharlos y aconsejarlos cuando lo necesiten, sin interferir, sin estorbar, con discreción, prudencia y sabiduría. O simplemente estarán allí para que lloren sobre su hombro y abrazarlos con esa ternura que solo tienen las mamás.
Esta seguridad emocional que ofrecen las madres desde que sus hijos nacen es lo que ayudará a las personas a crecer y desarrollarse, porque es del amor de nuestra madre del que aprendemos a amar a Dios, a la vida, a las demás personas y a todo lo bueno de este mundo.
Siempre tendremos con nosotros ese amor incondicional de nuestra mamá, y si ya partió de esta vida, su amor lo tendremos imborrable en la mente y el corazón, porque nunca se olvida. El amor más puro y profundo es el amor de una madre. Dios bendiga a todas las madres de este mundo y a las que tenemos en el Cielo.
Adolfo Miranda Sáenz
https://adolfomirandasaenz.blogspot.com
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