COMENTARIOS CORTOS Y ÚTILES
Adolfo Miranda Sáenz
A veces nos fijamos solo en las cosas tristes y dolorosas que tiene la vida y quizá por costumbre no apreciamos los inmensos tesoros que tenemos. No son las fortunas materiales, el dinero, sino aquellas cosas cuyo valor no puede pagarse con ninguna fortuna por grande que sea.
Estamos acostumbrados a vivir, a estar vivos, y por eso a veces no apreciamos el inmenso tesoro que es la vida misma. Muchos enfermos terminales estarían dispuestos a pagar mucho por un año o unos meses más de vida. Un padre o una madre estarían dispuestos a dar su propia vida para salvar la de un hijo. ¿Cuánto vale la vida? ¡No tiene precio!
La vida es bella aún con sus problemas. Si tenemos ojos para ver, oídos para escuchar, piernas para andar, manos para tocar, olfato para oler y boca para gustar, pensemos en lo dichosos que somos. ¡Qué no dieran algunos por tener los sentidos que nosotros tenemos! Y si a alguien le faltara alguno, pues tendrá los otros seguramente mejor desarrollados.
Pensemos en tanta belleza que nos rodea, los paisajes, el sol, la luna, las estrellas, el mar, los lagos y lagunas, cuánto los disfrutamos. Pensemos en la maravillosa música que podemos escuchar, en la voz de nuestros familiares y amigos que tenemos la felicidad de poder oír, o en los sonidos del campo, el canto de las aves, el perfume de las flores, el aroma y el sabor de las comidas. Pensemos en la facultad de caminar y en las caricias que podemos dar y recibir con nuestras manos. ¡Cuántos tesoros maravillosos tenemos para disfrutar con nuestros sentidos!
¿Y qué decir del amor, que no tiene precio? El amor de un padre o de una madre. El amor de los hijos, nietos, hermanos. Una buena esposa o esposo a nuestro lado. El abrazo inocente de los niños. Sus sonrisas. Tener amigos que nos aprecian. ¡Son tesoros inmensos!
Y los tesoros que significan las cosas más simples de la vida. Disfrutar de un rico café en un hogar tranquilo. Tomar un refresco bien helado en un caluroso día. Dormir plácidamente con la conciencia tranquila. Un momento de intimidad con Dios en el silencio de una oración. ¡Esas cosas no tienen precio!
Es verdad que a veces la vida es muy difícil. Nos da tristezas y dolor. Las rosas que son bellas, de colores tan hermosos, huelen tan rico, sus pétalos son tan suaves… ¡también tienen espinas! ¡Claro que tienen espinas! Sin embargo, las rosas por tener espinas no pierden su fragancia, su color, su hermosura. Tampoco la vida deja de ser bella a pesar de los momentos de preocupación, tristeza o dolor.
¿Te espinaste? Bueno, te va a doler, sangrarás un poco, pero finalmente ese pinchazo pasará; porque todo pasa. La vida sigue, y la vida como las rosas, no por tener espinas deja de ser linda. A pesar de todo, ¡la vida es bella!
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