La polémica sobre tener o no tener fe

Adolfo Miranda Sáenz

Si buscamos en el diccionario encontramos nueve significados de la palabra “fe” y más de 28 palabras relacionadas con ésta. O sea, que “fe” puede significar 37 cosas distintas según se use ese concepto. Su raíz latina “fides” significa tanto “lealtad” como “confianza”. Buscando lo opuesto a la “fe” nos encontramos 17 palabras con diferente significado según el contexto.

Por eso, para expresar mejor lo que deseo trasmitir hoy, usaré la palabra “fe” según el uso más popular y corriente que le damos: “creer en algo que no es evidente”. Entonces necesitamos aclarar lo que entendemos por “evidente”. El diccionario dice que evidente significa “cierto, claro, patente y sin la menor duda”. Resumiendo: “Fe es creer en lo que no es evidente, en lo que no podemos comprobar”.

Muchos tenemos fe en la existencia de Dios todopoderoso, creador del universo, que nos ama y se hizo hombre en la persona de Jesucristo; en la Palabra de Dios escrita en la Biblia; en la religión cristiana y en la Iglesia fundada por Jesús. Ante nuestra fe algunos nos cuestionan: ¿pueden ustedes probarnos que es verdad lo que creen? La respuesta corta —pero muy clara— es: ¡No! No lo podemos probar de manera física, material, porque si pudiéramos probarlo así sería algo evidente y no fe.

Una respuesta más larga y elaborada sería explicar que, sin embargo, nuestra fe no contradice nuestra razón, nuestra inteligencia, pues mediante ésta se puede llegar a un razonamiento lógico que nos hace entender la necesidad y la verdad de que Dios existe, y a partir de allí, usando nuestra razón, podemos encontrar la lógica de nuestra fe en Jesucristo, en su doctrina y en su iglesia.

Pero ante nuestra respuesta la reacción de quienes se llaman ateos o agnósticos es decirnos que ellos no pueden creer en nada que no sea evidente o que no se pueda comprobar. Ellos rechazan la fe y la consideran una práctica mitológica, ingenua y no científica; a veces dicen que la fe es algo primitivo o de personas atrasadas culturalmente.

Pero la verdad es que ¡todos los ateos y agnósticos que existen son personas que tienen fe! Viven practicando la fe, porque no podría existir la humanidad si los seres humanos no fuéramos personas que vivimos y actuamos por fe. Porque tener fe es aceptar como cierto lo que no es evidente, y todas las personas creen diariamente en muchas cosas que no son evidentes.

La fe es el principio de toda relación interpersonal. La aplicamos más de lo que creemos, todos los días de nuestra vida. Cuando al conocer a alguien nos dice su nombre, edad y oficio, le creemos, y a partir de eso se establece una relación. Porque tienen fe en sus padres y después en sus maestros es que los niños pueden aprender. El creciente tránsito en el mundo sería imposible si no “creyéramos” en los semáforos o en los controladores aéreos de los aeropuertos. Tenemos fe en que si se enciende la luz verde podemos pasar sin que un vehículo nos embista. Tenemos fe en que los conductores respetarán una señal de “alto” y así podemos cruzar.

Sin fe nadie comería ni bebería nada y todo el mundo moriría, porque tenemos fe en que el vaso de agua o el bocado que llevamos a la boca no están envenenados. Sin fe en los médicos nadie se operaría de nada. Sin fe no existiría el matrimonio ni la familia ni las amistades ni las relaciones económicas porque todo lo que hacemos es en base a la fe que tenemos en las personas. Si tengo fe en el desconocido conductor de un bus o en el piloto de un avión a quien ni siquiera puedo ver, poniendo mi vida en sus manos, ¿por qué no voy a tener fe en Dios?

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