Niños trabajando – Cartas de Amor a Nicaragua

Querida Nicaragua. Aquí somos gente muy a la moda, país muy a la moda. Estoy haciendo estas amargas reflexiones sin ánimos de molestar a nadie, pero si con el buen deseo que no seamos tan hacedores de leyes y de códigos que en nuestro país no sirven para nada, ni dejan nada bueno.

Me estoy refiriendo lamentablemente al llamado Código de la Niñez y la Adolescencia, tal vez tiene cosas buenas seguramente copiadas de países desarrollados donde los niños desamparados son atendidos como tales, y donde el padre de familia está obligado a responder por la conducta de sus hijos.

Es prohibido dice el código que los niños trabajen y sean explotados, y hasta en su momento cuando se aprobó esta ley hace años se produjeron declaraciones de ciertas autoridades en el sentido de ir a inspeccionar en los cortes de café y multar a los finqueros que tuvieran niños trabajando. Como se ve que no conocen el país.

Sinceramente, a nosotros nos parece que ningún daño le hace a un niño el ayudar a ganar el sustento diario de sus padres que seguramente viven en situaciones económicas lamentable, y necesitan a costa para mejorar en algo su sistema de vida. Nosotros no vemos porque sea malo que los niños trabajen en lugar de estar de ociosos, formando pandillas o buscando como hacer maldades o probando drogas, o simplemente inmersos en el ocio, que es la madre de los vicios.

Nosotros creemos que los gobiernos deberías de hacer todo lo contrario, aunque muchos organismos internacionales quieran venir a utilizar aquí las mismas recetas que usan países desarrollados en donde los niños tienen buena alimentación, educación, y protección del Estado en forma permanente.

Debería ser todo lo contrario, digo, poner a trabajar a los pequeños y adolescente que no van a ningún colegio y enseñarles como el trabajo dignifica al hombre, como el hombre es más digno cuando se gana el pan y como se siente uno cuando la camisa o el pantalón lo ha ganado dignamente con trabajo honrado, nos parece una demagogia trágica la prohibición de que los niños trabajen, y que no venga nadie a esgrimir argumentos de tipos psicológicos que pretenden decir que el trabajo produce en la niñez daños mentales y psicológicos irreversibles, eso es pura farsa.

Yo quiero saber, que daño me hizo a mi trabajar desde la edad de 14 años escogiendo café en la casa del doctor Buitrago en Ocotal, estudiaba y trabajaba. Yo quiero saber que daño me hizo andar a los 15 años vendiendo tónicos para el hígado en Managua. Quiero saber que daño me hizo vender anuncios comerciales desde los 17 años montado en una bicicleta comprada con el sudor de mi frente, no me hizo ningún daño, al contrario, el trabajo me enseñó a ser un hombre de bien a progresar y a contribuir al desarrollo de la comunidad, y como yo montones de jóvenes exitosos de aquel tiempo, gente como José Castillo Osejo, Carlos Gadea, Julio Armas llegamos hacer empresarios de radio a puro esfuerzo, a puro trabajo.

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A mi me parece que hizo muy mal Asamblea de aquel tiempo aprobando el Código de la Niñez y la Adolescencia, que podrá ser bueno en otros países, pero en el nuestro no es más que una rémora, la más perfecta alcahuetería para tantos niños y jóvenes delincuentes que vemos en las calles. En lugar de promover el trabajo lo que han hecho es promover la vagancia y fomentar el pandillerismo, el asalto, el crimen y el asesinato.

No estoy de acuerdo con ese código, yo prefiero un niño trabajando horadamente, cortando café al lado de sus padres, que un vago pidiendo limosna en los semáforos. Yo prefiero un joven aprendiendo un oficio, trabajando de carpintero o de albañil y no sembrando el terror en una pandilla de barrio.

Nosotros no estamos para códigos de esos, estamos para enseñarle a nuestra juventud, nuestros niños el valor inmenso del trabajo. La lucha sigue y la patria vive. Buenos días y buenas noches Nicaragua.

Voz de Fabio Gadea Mantilla.

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