El próximo domingo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden y su esposa Jill Biden llegarán a Uvalde, Texas, donde el pasado martes 24 de mayo se registró una matanza en la escuela primaria Robb Elementary School.
Un joven de 18 años, identificado como Salvador Ramos, llegó al centro y abrió fuego, matando a 19 niños y dos maestras. Pero, antes de que realizara la masacre, le disparó a su abuela.
La Casa Blanca indicó que el matrimonio irá al lugar del suceso “para llorar con la comunidad que perdió 21 vidas en el terrible tiroteo en la escuela primaria”.
Este hecho en Estados Unidos ha avivado nuevamente el debate por la cantidad de tiroteos masivos que ocurren cada año. Legisladores republicanos y demócratas han propuesto leyes que restringen la compra y el uso de armas.
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En ese sentido Biden ha fustigado duramente la política de uso de armas de fuego. “Estoy harto de lo que está ocurriendo”, dijo el mandatario en un discurso desde la Casa Blanca el pasado miércoles.
“Las escuelas deben ser santuarios, no campos de batalla”, expresó por su parte el jueves la portavoz del Ejecutivo, Karine Jean-Pierre, en un intercambio con reporteros.
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