Ford Motor se replantea el plan de expansión estratégica. El segundo fabricante de coches de Detroit, bajo una intensa presión, anuncia la cancelación de una inversión de 1.600 millones de dólares en México. A cambio, destinará 700 millones a expandir la producción de coches eléctricos en Michigan. La marcha atrás se conoce horas después de que el presidente electo, Donald Trump, amenazara a su rival General Motors con imponerle aranceles muy elevados por vender en el mercado estadounidense modelos que fabrica en México.
Se trata del primer golpe para uno de los sectores estratégicos de la economía mexicana. Junto con el manufacturero, el sector del automóvil vive literalmente de la demanda del vecino del norte. La hiperdependencia con EE UU –casi un 80% de las exportaciones y más de la mitad de la inversión extranjera directa– es uno de motores del crecimiento mexicano y antes de llegar a la Casa Blanca, el efecto Trump ya está haciendo temblar los cimientos.
“La decisión de Ford confirma el riesgo de una caída de la inversión extranjera directa en México a partir de 2017 y hace probable que el tipo de cambio alcance nuevos máximos en el corto plazo”, señala Gabriela Siller directora de análisis de Banco Base. Pocos minutos después del anuncio de Ford, el baile cambiario alcanzó un máximo en la sesión y en lo que va del año de 20.9 pesos por dólar. Afectado durante más de un año por las turbulencias financieras, la victoria del magnate republicano revolucionó al peso, alcanzando el pasado 11 de noviembre, su máximo histórico de 21.3 pesos por dólar.
La inversión de Ford Motor se anunció el pasado mes de abril, en pleno fervor de la campaña electoral de Estados Unidos. El plan de su consejero delegado, Mark Fields, sonó incluso como un desafío al discurso proteccionista del candidato republicano y de otros políticos que criticaron a las grandes corporaciones por deslocalizar empleos hacia regiones más productivas y con los costes laborales más bajos.
En este caso, la inversión iba a ir destinada a construir un nuevo complejo en San Luis Potosí que daría empleo a 2.800 personas en 2020, cuando la planta de ensamblaje estuviera plenamente operativa. La idea original era concentrar ahí la producción de los utilitarios de pequeño tamaño Ford Fiesta, Ford C-Max y Ford Focus. Este tipo de modelos tienen un margen de beneficio más reducido que los coches grandes.
Trump cargó duro contra el fabricante a pocas semanas del voto, al decir que era una “vergüenza” que una compañía clave para el tejido industrial estadounidense decidiera llevarse el empleo fuera del país y llegó a decir incluso que la estrategia era “como robar caramelos a un niño”. El entonces candidato amenazó con aplicar un arancel del 35% a los coches importados desde México como sanción.
Fields trató después de mantener un canal de diálogo con el equipo de transición del presidente electo, para tratar de rebajar la tensión. El consejero delegado aseguró tras las elecciones que su intención era la de seguir adelante con el plan de expansión de la producción en México y otras regiones de bajo coste. Explicó, en paralelo, que los empleados en EE .UU. se concentrarán en modelos más rentables.
Fuente: El País
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