En apenas tres semanas, la policía ha encontrado ocho cabezas humanas en el pueblo de Jiquilpan, en Michoacán, México. En la madrugada de este domingo, día de Navidad, agentes de la secretaría estatal de seguridad pública daban con seis en la localidad. El 2 de diciembre ya habían ubicado dos en un jardín. En entrevista con una agencia local de noticias, el responsable de la policía del estado, Juan Bernardo Corona, explicaba estas muertes como una consecuencia de la lucha que mantienen dos cárteles rivales, Los Viagra y el cártel Jalisco Nueva Generación.
Orillado a la frontera con el Estado de Jalisco, Jiquilpan se ha convertido este año en un lugar extremadamente violento. Además de las ocho cabezas, un grupo de sicarios asesinó el pasado 30 de octubre al segundo al mando de la policía del pueblo de al lado, Sahuayo. Agentes estatales detuvieron al día siguiente a 20 sospechosos. Antes, en julio, desconocidos balearon a un grupo de clientes en un bar a la salida del municipio.
La frontera entre Michoacán y Jalisco es territorio complicado. Jiquilpan es solo el último ejemplo del salvajismo que manejan las bandas de criminales que tratan de apoderarse de la región. En mayo pasado, la policía estatal encontraba seis cuerpos desmembrados en Venustiano Carranza, también en la frontera. Entre el 6 y el 13 de aquel mes, las autoridades recogieron los cadáveres de diez ejecutados en Zamora, a una hora del límite con Jalisco.
Hasta principios de diciembre, el Gobierno de Michoacán contaba 1.337 casos de homicidios dolosos, es decir, intencionales. En todo el año pasado fueron 943. La situación en el estado del Pacífico es parecida al del país. A falta de que acabe diciembre, las autoridades cuentan ya más de 20.800 casos de homicidio doloso, la cifra más alta desde la llegada de Enrique Peña Nieto a la presidencia.
Fuente.EL PAIS
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