El Ministerio de Gobernación solicita a los extranjeros estarse presentando periódicamente para renovar su estadía en Nicaragua y no ser expulsados, o no negarles la entrada al país, y tras esto, varias religiosas y algunos sacerdotes se han visto afectados.
Algunos trabajan con la Diócesis de Estelí, y el obispo a cargo, monseñor Juan Abelardo Mata, reaccionó alegando que “actualmente hay demasiados controles” y afirmó que “han elevado su protesta porque el gobierno está imponiendo muchas trabas que impiden el trabajo fluido de las misiones”.
Entre las complicaciones que atraviesan está viajar hasta Managua por un trámite nuevo cada mes. «Se imagina usted que un sacerdote que está trabajando con su comunidad, en Raití, en la cuenca del río Coco arriba, tenga que emprender un largo viaje solo para legalizar su estadía cada mes. Eso significa pérdida de recursos y de tiempo, por lo que estamos haciendo que se cumpla con la ley, que es lo más racional, y elevando nuestro justo reclamo a las autoridades competentes y pidiendo la intervención de la Nunciatura Apostólica», dijo Mata.
Ministerio de Gobernación de Nicaragua.
FOTO: 19 Digital.
Problemática expuesta al Vaticano
El presbítero agregó en entrevista a un medio local que en algunas ocasiones tienen que exponer las problemáticas ante la diplomacia del Vaticano.
«Nos duele mucho el hecho que gente que ha optado por venir a trabajar con nosotros, de acuerdo con las normas canónicas, para desarrollar obras de evangelización en nuestra querida patria, que tanta falta nos hacen brazos, se les haya obligado a regresar a su país de origen o, inexplicablemente, se les reduce su estadía de cinco años a solo cinco meses. Tenemos muchos sacerdotes enfrentando estos mismos problemas de controles superexcesivos», denunció monseñor Mata.
Monseñor Juan Abelardo Mata.
FOTO: Confidencial.
La iglesia católica, a través de coordinaciones entre obispos de diferentes partes del mundo, logra enviar misiones de religiosos a países como Nicaragua para que trabajen en la evangelización y obras sociales a favor de la población.
“Estos religiosos viven un carisma, un modo de hacer un apostolado, algunos se dedican a cárceles, otros a hospitales, otros a educación, y nos hemos topado con estos problemas de controles súper excesivos, rayando ya en lo que yo llamo lo esquizofrénico”, concluyó el obispo.
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