El dictador Daniel Ortega sufrió otra derrota política en su partidario repliegue a Masaya.
Mientras recorría muy cómodamente en un bus la carretera a Masaya, los ciudadanos de la ciudad vaciaron las calles y cerraron las puertas de sus viviendas, en un claro signo de repudio a Ortega.
El sanguinario caudillo concentró a sus pocos simpatizantes en un campo deportivo en las afueras de Masaya. El show fue más música que palabras, pues su discurso tardó aproximadamente 6 minutos.
Trabajadores del Estado fueron obligados a asistir a la manifestación, denunciaron de forma anónima.
En el recorrido se vio la utilización de los vehículos estatales para el traslado de los pocos aduladores del orteguismo.
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