Cartas de Amor a Nicaragua: depredación de los pinares

Por Fabio Gadea Mantilla

Querida Nicaragua: Hace largo tiempo, aún antes del fatídico 19 de julio del 79, visitaba con alguna frecuencia la región norte, Ciudad Segovia, mi pueblo natal y como la frontera de Honduras queda tan cercana y tenía algunos amigos en Danlí, iba también con frecuencia pues en aquellos tiempos no era nada difícil conseguir un permiso para pasar la frontera y regresar unas horas después.

Recuerdo que en aquellos tiempos también se observaba, pero en mucho menos escala, dos o tres camiones cargados con tucas de pinos que extraían de las montañas de Dipilto y Jalapa. Era una Compañía cuyo nombre no recuerdo la que tenía la concesión de explotar los árboles de pino que estuviesen en tiempo para ser cortados. Me imagino que al salir para Honduras aquellos cargamentos iban a dar a Puerto Cortés para ser exportados a Europa o los Estados Unidos, lo cual era y sigue siendo un magnífico negocio.

Digo esto porque cuando llegó la revoluta del 79, creí bienintencionadamente que aquellos cortes de pino iban a terminar y se procedería, por el contrario, a emprender la siembra de nuevos árboles, que se iba a reforestar la zona de las montañas de Dipilto y Jalapa, que desde mi niñez había disfrutado en aquellos caminos, en esos tiempos a lomo de mula, paisajes que eran todo un encanto. Como adolescente no sabía que, además de ser un bellísimo paisaje aquello era una fuente de riqueza permanente para la nación y, que cortados racionalmente los árboles producirían divisas en abundancia para el tesoro nacional.

Lamentablemente unos días después del 19 de julio comenzó de nuevo la salida de camiones cargados de tucas de pinos hacia Honduras. Ahora no eran dos ni tres, eran filas interminables a cualquier hora del día o de la noche. Y desde entonces, según me informan mis amigos de Ciudad Segovia, los camiones siguen sacando pinos y más pinos, seguramente hasta que acaben con los pinares de Las Segovias.

Mucha gente no le concede importancia al asunto cuando escucha hablar del calentamiento global, del daño que hace la depredación de los bosques. A pesar de estar viendo la agonía de nuestros ríos no le dan importancia al tema, pero estamos heredando a nuestros hijos, nietos y bisnietos una herencia fatal, un país en ruina forestal.

Antes se sabía cuánto le pagaba al Gobierno la compañía maderera que explotaba los pinos. Hoy quisiera saber quiénes son los usufructuarios de estas concesiones y cuánto han pagado por ellas en tantos años de explotación. De quien es tanto camión que va y viene abriendo trochas en nuestras montañas, rompiendo brecha a sangre y fuego y sin que ninguna autoridad pueda detenerlos.

¿Usted lo sabe?

El autor fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

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