Los reclamos por un diálogo nacional en Nicaragua no son escuchados; porque conlleva necesariamente a hablar de elecciones limpias, justas, con jueces imparciales y honestos, ha escrito esta semana el intelectual nicaragüense, Sergio Ramírez Mercado, en la sección “Tribuna” del periódico español El País.
El presidente de una misión del Parlamento Europeo, Ramón Jáuregui, tras visitar Nicaragua declaró “algo que parecería obvio, pero en Nicaragua resulta esencial: ´la democracia tiene una regla que es aceptar la posibilidad de la derrota´”, refiere el escritor nicaragüense merecedor del Premio Cervantes 2017.
Es lo que hizo el Frente Sandinista tras las elecciones de 1990, cuando triunfó Violeta de Chamorro: aceptó la derrota, y eso le dio entonces el prestigio de haber entregado por los votos el poder ganado por las armas, destacó Ramírez, que en ese entonces era aliado y vicepresidente del caudillo sandinista Daniel Ortega Saavedra.
Tras aceptar la derrota de 1990, el Frente Sandinista perdió la oportunidad de recuperar los espacios electorales, luchando bajo las reglas democráticas para conquistar de nuevo la mayoría de los votantes. El criterio obsoleto de la vanguardia dueña de la verdad, que representa al pueblo, aunque tenga en contra la mayoría, volvió a imponerse, recalcó el otrora vicepresidente en los ochenta del siglo pasado.
Y cuando Daniel Ortega, tras tres derrotas logró por fin ganar en dos mil seis, no lo hizo porque tuviera de nuevo esa mayoría, sino porque selló un pacto con Arnoldo Alemán, entonces caudillo del partido liberal, por medio del cual se reformó la Constitución para que pudiera ganar en primera vuelta con el 35 por ciento de los votos, la cifra máxima que el eterno e insustituible candidato había logrado sacar, recordó.
Ortega se hizo entonces la promesa de no volver a perder nunca, con lo que, a lo largo de estos años, ha estado ausente en él la voluntad de aceptar que la derrota es una regla esencial de la democracia, esgrimió.
Hay que buscar cómo Ortega escuche a todos quienes le dicen, igual que el eurodiputado Jáuregui, que la democracia tiene una primera regla, que es aceptar la posibilidad de la derrota. Porque unas elecciones con el mismo ganador, ya no son posibles en la nueva realidad que vive Nicaragua. Sólo harán más profundo el abismo, sentenció Ramírez Mercado.
La creencia de que el poder es un fin, y no un medio, es a estas alturas catastrófica. Y el reclamo para que el país empiece lo más pronto posible a vivir bajo un régimen de democracia abierta es lo que la inmensa mayoría de los ciudadanos quiere, consideró el intelectual.
El escritor nicaragüense, ganador del Cervantes 2017, Sergio Ramírez Mercado, selló su escrito con un mensaje esperanzador: “No hay que desmayar en esa insistencia, porque el diálogo, y las elecciones justas, son la única salida posible.
La Iglesia Católica siempre está dispuesta al diálogo, quienes no tienen esa voluntad son los que ostentan el poder en Nicaragua, señaló Monseñor Silvio Fonseca, Vicario de Familia.
El religioso exhorta al pueblo nicaragüense a no apartar la mirada en Dios, “porque tarde o temprano su justicia llegará” a Nicaragua y cuando eso ocurra, “nadie se escapará”.
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