El mártir y ahora santo de la Iglesia Católica, Oscar Arnulfo Romero también fue acusado por la dictadura salvadoreña de “terrorista”.
Una portada del diario La Opinión de El Salvador del mes de junio de 1978 da cuenta del ataque de los regímenes autoritarios contra quienes critican las injusticias.
Y es que monseñor Romero fue un defensor de los derechos humanos del pueblo salvadoreño y criticaba duramente la represión de la dictadura que gobernaba su país.
Los ataques mediáticos del régimen de Nicaragua contra el obispo Silvio Báez lo asemejan cada vez más con san Arnulfo Romero. Pero no es la primera vez que el sandinismo ataca a la Iglesia Católica.
En los años 80 el sacerdote Bismark Carballo fue desnudado por la seguridad sandinista y expuesto ante los medios de propaganda.
En febrero de 1986, la Secretaría de Estado de los Estados Unidos recopiló los testimonios del desertor del Ministerio del Interior, ex teniente Alvaro Baldizón Avilés, en un folleto titulado: “Dentro del Régimen Sandinista: El punto de vista de un investigador especial”. Este es parte del relato.
“El plan se empezó a llevar a cabo cuando Maritza Castillo Mendieta, agente de la sección F-4, se puso en contacto con Carballo y le solicitó orientación espiritual. Dijo al sacerdote que estaba pasando por una grave crisis emocional, porque su marido la había abandonado a ella y a sus dos hijos, y le confesó que había intentado suicidarse.
Posteriormente, en agosto, tras una serie de visitas de consuelo espiritual efectuadas por Carballo, ella le telefoneó, diciendo que se sentía deprimida y le suplicó que acudiera a su casa para brindarle consejo. La casa había sido confiscada antes por el gobierno y entregada a Castillo.
Poco después de que Carballo llegó a la casa de la mujer, un agente de la DGSE irrumpió en su interior, golpeó al sacerdote en la cabeza y lo obligó a desvestirse a punta de pistola. El agente hizo entonces algunos disparos, indicando así a otros agentes que aguardaban afuera vestidos de policías sandinistas, que la trampa había sido tendida.
Lenín Cerna había insistido en que sólo agentes de la DGSE participaran en el arresto, pero que se disfrazaran de policías normales a fin de ocultar la conexión entre esa Dirección y el escándalo provocado. Los “policías” entraron corriendo en la casa e hicieron prisionero a Carballo.
Mientras tanto, una “turba” suministrada por la F-8, un equipo de televisión, y reporteros de prensa sandinista, que aguardaban en los alrededores, convergieron sobre la casa. Los “policías” pasearon desnudo a Carballo desde la casa hasta el coche de patrulla, obligándolo a pasar ante los camarógrafos y la muchedumbre que se mofaba de él.
De ahí lo condujeron a la cárcel. Las emisoras de televisión y los periódicos sandinistas, subsecuentemente, exhibieron fotografías del sacerdote desnudo, afirmando que estaba involucrado en una aventura sexual ilícita.
Después de la operación, Castillo protestó vehementemente cuando el gobierno quiso tomar posesión de su casa para destinarla a funciones protocolarias oficiales. Borge la aplacó dándole un apartamento de lujo en Managua, donde aún reside”.
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