En otro intento desesperado por erradicar las manifestaciones cívicas, el régimen orteguista envió a la Policía a bloquear y atacar las movilizaciones autoconvocadas.
Antes de la marcha el comisionado Fernando Borge, de la Policía orteguista pretendió convencer a los manifestantes cívicos para que desistieran de la convocatoria.
La policía orteguista detonó varias bombas de sonido y gases lacrimógenos en el sector de los Talleres Modernos, en la colonia Máximo Jerez.
Tras el ataque, la marcha cívica se dispersó para evitar detenciones arbitrarias y agresiones de parte de antimotines.
Aunque la vocera del régimen, Rosario Murillo ha utilizado cualquier término despectivo para minimizar las protestas en contra de la dictadura, es evidente su contradicción respecto al masivo rechazo ciudadano.
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