Al igual que en «El día de la marmota», película protagonizada por Bill Murray, el estado de forma de Luis Suárez vuelve a ser noticia y motivo de preocupación en el barcelonismo, que asiste a una nueva temporada en el que el uruguayo regresa de sus vacaciones en una alarmante baja forma y visiblemente pasado de peso. «Soy mucho de lo dulce. Es lo fuerte que tengo de cabeza, en todo sentido saber en qué momento te tenés que cuidar. Las vacaciones son las vacaciones y son para disfrutarlas, para comer», había asegurado el uruguayo en el programa «La Caja Negra» de TV Ciudad. Las críticas no se han hecho esperar. Dos partidos, ante el Sevilla en la Supercopa de España y frente al Eibar en la primera jornada liguera, han sido suficientes para reabrir un debate que Ernesto Valverde ha tratado de zanjar. «Le veo bien. Ya sé que a veces le cuesta al comienzo porque hace poco que ha llegado. Sabemos cuál es su ritmo y sabemos lo que nos da», explicó el técnico el pasado sábado.
Sus números le avalan desde que llegara en 2014. Ha jugado 200 partidos oficiales con la camiseta azulgrana (150 ganados, 26 empatados y 24 perdidos), ha anotado 152 goles, ha dado 77 asistencias y ha disputado más de 17.000 minutos acumulados desde su debut el 25 de octubre de 2014 contra el Real Madrid en el Bernabéu. No obstante, aquella temporada ya tuvo que convivir con la etiqueta que se le puso y que provocó que el vestuario le bautizara con el cariñoso apelativo de «gordo». Incluso Luis Enrique tuvo que salir en su defensa: «Está controlado en su peso. Tiene corpulencia, un físico potente. En el Liverpool nunca le vi chupadito ni fino… Pero si queréis podríamos valorar una liposucción», ironizó entonces el actual seleccionador español.
Y luego hay gente que llama gordo a Benzema.
Esta es la forma tan lamentable en la que está Luis Suárez. pic.twitter.com/pN4hbmbhDO
— Naninho ن (@SrNaninho) August 15, 2018
Suárez siempre ha sido un futbolista diesel que al término de cada temporada ha presentado unos buenos números pero la edad (tiene 31 años) no pasa en balde para nadie y el juego físico y de garra del charrúa empieza a pasarle factura. En la temporada 14-15, que empezó a mediados de curso por la sanción FIFA impuesta por su mordisco a Chiellini en el Mundial de Brasil, tardó un mes en anotar su primer gol pero acabó sumando 25 tantos. El siguiente año fue el de su regularidad. Sus 59 goles se gestaron desde el primer día. En la campaña 2016-17 no despegó hasta diciembre y el año pasado también le costó besar las redes, con dos goles en los primeros ocho partidos.
No obstante, más allá de las dianas que pueda anotar, la preocupación se genera por su escasa aportación al juego culé, acostumbrado a su brega en cada balón que llega a la zona de ataque. Con un fútbol basado en el control, la posesión y la presión tras la pérdida, la baja forma de Suárez repercute mucho más en el equipo. En el club son conscientes de ello y consideran que los mejores años de Suárez ya han pasado. Este era uno de los motivos por los que se acometió el fallido fichaje de Antoine Griezmann.
La influencia de Messi
Tras ampliar su vinculación azulgrana en diciembre de 2016, la dirección deportiva espera que no cumpla la totalidad de su contrato, que expira en 2021, momento en el que ya tendrá 34 años. La lógica les aconseja ponerle en el mercado en un momento en el que su aportación va en bajada y en el que aún pueden percibir una buena cantidad de dinero en concepto de traspaso, lo que serían beneficios netos al estar totalmente amortizados los 81,2 millones de euros que le pagaron al Liverpool. No obstante, su íntima amistad con Messi desconseja cualquier movimiento en este sentido, al tiempo que se valora la influencia positiva del charrúa sobre el argentino, que es el artífice de los éxitos del club azulgrana en la última década.
Fuente: ABC
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