Jerusalén recibe este lunes la Embajada de Estados Unidos en Israel —trasladada desde Tel Aviv por una decisión de la Casa Blanca que ha roto el consenso internacional— en un ciclo de varias semanas de tensión. Decenas de miles de nacionalistas israelíes desfilaron el domingo con la bandera de la estrella de David por el barrio musulmán de la Ciudad Vieja para conmemorar su conquista en 1967. El Ejército ha duplicado el despliegue en torno a Cisjordania y Gaza ante el previsto auge de una ola de protestas palestinas que amenaza ahora con desbordarse.
La Embajada de Estados Unidos en Jerusalén abrirá sus puertas de forma provisional en una oficina consular ya existente en un distrito periférico del sur de la ciudad. Se ubicará en plena Línea Verde, la tierra de nadie o zona tapón que separó la parte occidental —donde Israel instaló su capital tras su nacimiento, hace hoy 70 años— de la zona Este —entonces con mayoría de población palestina y bajo administración jordana—, que incluye la Ciudad Vieja y los santos lugares de las tres religiones monoteístas.
La tensión emergió ya a primera hora de la mañana en la Explanada de las Mezquitas, tercer lugar más sagrado del islam donde se localizan el templo de Al Aqsa y el emblemático santuario de la Cúpula de la Roca, y a cuyos pies se sitúa el Muro de las Lamentaciones, el principal lugar de rezo del judaísmo.
La presencia de centenares de visitantes judíos en el recinto musulmán desembocó en enfrentamientos entre la policía israelí y miembros del Wafq, la fundación islámica tutelada por el rey de Jordania que gestiona la Explanada, que se saldaron con varias detenciones de palestinos. La tensión se multiplicó cuando un grupo de adolescentes comenzó a rezar en su interior, pese a la prohibición expresa del rabinato.
Un total de 1.620 judíos —una cifra con escasos precedentes en un mismo día desde 1967— visitó el lugar sagrado, según la información recabada por el diario Haaretz. Cualquier variación del statu quo en la Explanada de las Mezquitas amenaza con desembocar en disturbios ante la extrema sensibilidad religiosa que suscita en ambas confesiones. Para el judaísmo, se sitúa precisamente sobre los restos de los templos bíblicos de Jerusalén. El pasado mes de julio estalló una ola de protestas que no cesó durante dos semanas hasta que las autoridades israelíes retiraron los arcos detectores de metales que habían colocado en sus accesos.
Fuente: El País
Deje su comentario