Los últimos casos de violencia armada en Estados Unidos han dejado alarmantes cifras en comparación con otros años.
El último tiroteo, ocurrido el pasado sábado en Dadeville, Alabama, dejó 4 personas muertas y 28 heridas en una fiesta de cumpleaños.
El lamentable suceso ocurrió en un salón donde una adolescente celebraba sus “Sweet 16” (Dulces 16), un festejo similar al de las quinceañeras hispanoamericanas.
En lo que va del año se han reportado 163 tiroteos masivos en Estados Unidos, según la organización Gun Violence Archive. El organismo cuenta como “masivos” a los ataques en los que hay un mínimo de cuatro víctimas muertas o heridas, sin contar el tirador.
Este dato supone una realidad alarmante que, nuevamente, pone sobre la mesa el debate sobre el uso y porte de armas en la unión americana.
El conteo hasta el 3 de abril de 2023 dice que ha habido más tiroteos masivos que días (107), además, se cuenta 4,529 muertes por armas, 8,085 personas heridas, 197 niños baleados, 1,258 jóvenes baleados y 6,138 suicidios (según estimado de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades).
Los números, aunque alarmantes, se están volviendo habituales en un país de unos 330 millones de habitantes y unos 400 millones de armas.
Esto ocurre bajo el amparo de la ley, pues la Segunda Enmienda de la Constitución permite el porte de armas de fuego y establece que ni el Gobierno Federal ni los gobiernos estatales y locales pueden infringir el derecho a portarlas.
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