Adolfo Miranda Sáenz
¿Acaso hay alguien en el mundo que se beneficie de las guerras? Sí, claro que lo hay. ¿Es que alguien podría alegrarse por una guerra en que mueren miles de personas, otras que emigran huyendo de su propia nación y se causa tanta destrucción? ¡Así es! Hay quienes se benefician de eso: la industria militar fabricante de toda clase de artefactos de muerte y destrucción.
Existen los “mercaderes de la muerte” entre los cuales están los traficantes de armas, aquellos que al margen de la ley negocian con esos instrumentos para matar; pero también están los relucientes hombres de negocios, los respetados y admirados empresarios que las fabrican; los dueños de la industria militar que son igualmente “mercaderes de la muerte”.
Las potencias militares como Rusia, China, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido tienen inmensas fábricas de la industria militar. Cada uno de ellos trata de fabricar el mejor avión de combate, el tanque más poderoso, el cohete más veloz, el submarino más confiable y, en fin, los diabólicos artefactos más eficientes para matar seres humanos.
Rusia heredó la industria militar de la antigua Unión Soviética, que como ya sabemos era comunista y no tenía empresas privadas; todo era propiedad del Estado. Gracias a la “perestroika” de Mijaíl Gorbachov finalizó el comunismo y durante el gobierno de Boris Yeltsin se privatizaron las empresas estatales.
Pero la industria militar no se privatizó. Rusia tiene una industria militar estatal, a cuyo frente está Rostec, la corporación que aglutina a más o menos 400 empresas militares de la Federación de Rusia, que ha sido en la última década el segundo mayor proveedor de la industria bélica en el mundo, después de Estados Unidos.
¿Cuál es el presupuesto de Rostec? Aunque se publica una asignación presupuestaria en rublos equivalente a unos 93.000 millones de dólares, esa cifra no es nada confiable por la hermética secretividad con que se manejan estos temas que el gobierno ruso considera “de seguridad nacional”, igual que son secretos los ingresos por ventas de armamento ruso a otros países.
Por su parte, las empresas militares de Estados Unidos han tenido inmensos ingresos en 2022, tanto por proveer al gobierno estadounidense como a otros clientes. Raytheon Technologies recibió 67 mil 100 millones de dólares; Boeing 66 mil 600 millones; Lockheed Martin 66 mil millones; General Dynamics 39 mil 400 millones; Northrop Grumman 36 mil 600 millones. Harris Technologies 17 mil 200 millones. Suman 292 mil 400 millones de dólares.
Los gastos en que Rusia incurre por la invasión de Putin a Ucrania posiblemente no se sabrán nunca. Los Estados Unidos han destinado partidas multimillonarias para Ucrania. Según lo informado por la Casa Blanca al Congreso, fueron 68 mil millones de dólares en 2022. Se espera que en el 2023 esa suma se multiplique.
El 7 de diciembre de 2022 los comités de ambas cámaras del Congreso de Estados Unidos acordaron un presupuesto militar récord para el año fiscal 2023 que le costará a los contribuyentes estadounidenses 847 mil 300 millones de dólares. Este presupuesto militar sería el mayor en la historia del mundo.
Según el “Stockholm International Peace Research Institute”, si se destinara la cuarta parte de los presupuestos militares para hacer inversiones productivas en los países pobres, se acabaría con la pobreza en el mundo y no existirían países subdesarrollados en una década. En 2022 el total del gasto militar mundial llegó a los dos mil ciento trece billones de dólares (US$ 2,113,000,000,000). Los cinco países que más gastaron fueron, en ese orden, Estados Unidos, China, India, Reino Unido y Rusia. Llama la atención el gasto militar de India que tiene más de 296 millones de hindúes viviendo en la pobreza, lo que representa un tercio de los pobres del mundo y es el tercer país en gastos militares. ¡Así es la locura del mundo en que vivimos!
El autor es comentarista de temas políticos, sociales y religiosos
www.adolfomirandasaenz.blogspot.com
Deje su comentario