Los terremotos que el lunes asolaron el sudeste de Turquía y el noroeste de Siria han causado más de 25.000 muertos y 85.000 heridos hasta el momento, mientras se agotan las esperanzas de encontrar a supervivientes entre los escombros.
Ankara ya ha dado por terminado los trabajos de rescate en las provincias de Sanliurfa y Kilis. En Siria, un convoy con ayuda humanitaria de Naciones Unidas ha llegado este sábado a las áreas afectadas controladas por los rebeldes.
Los vehículos han llegado a través de un paso fronterizo con Turquía en el tercer envío realizado desde el lunes y el primero con suministros específicos para los afectados por el sismo.
El secretario general adjunto para la ayuda humanitaria de Naciones Unidas, Martin Griffiths, ha calificado el desastre causado por los temblores como “el peor acontecimiento ocurrido en la región en el último siglo”.
Griffiths se ha desplazado este fin de semana a Kahramanmaras, en Turquía, y después a Alepo, en Siria, para reunirse con las autoridades del Gobierno de Damasco. El responsable humanitario ha expresado su temor a que la cifra final de fallecidos por los terremotos acabe superando los 50.000 muertos, en declaraciones a Sky News.
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